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Rick Wakeman – The Burning (1981)

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 En 1981, Rick Wakeman —el mago de las teclas de Yes y arquitecto sonoro de álbumes conceptuales colosales— se apartó momentáneamente de los reinos progresivos y bajó al bosque oscuro del cine de terror. The Burning, un slasher temprano de la era dorada del género, necesitaba más que gritos y sangre falsa: necesitaba atmósfera, tensión, ese pulso invisible que hace que la audiencia sienta que algo se arrastra detrás de ellos. Wakeman, siempre inquieto, tomó el proyecto como un laboratorio sonoro. Grabó la banda sonora en su propio estudio, usando un arsenal de sintetizadores analógicos, efectos de percusión y capas minimalistas que parecían respirar. Lo que logró fue más que música: fue una selva de sonidos metálicos y notas disonantes que se entrelazan como ramas. Cada crescendo, cada vibración de sintetizador, construye la sensación de aislamiento y peligro, convirtiendo al bosque en un personaje más. Para un público que esperaba otro clon de Friday the 13th, The Burning ofreció ...

SAMMY HAGAR - Sammy Hagar & Friends (2013, Frontiers Records)

 Esto de los discos pergeñados con amigos puede ser un aliciente, un acicate para el comprador, o un auténtico fiasco, un anzuelo sin carnaza en su punta. Sammy, que no para por casa –que diría alguno–, podría intentar meternos un gol con unas sesiones realizadas casi a vuelapluma tras una fiesta alcohólica en Cabo Wabo. Pero ni hablar del peluquín, no señor; el vocalista ha montado en Sammy Hagar & Friends un disco muy competente, facturado con rigurosa preparación –hecho que no quita para que tenga su chispa y espontaneidad–.

 


Aquí hay tanto piezas compuestas por el propio Hagar como canciones escritas por otros para este álbum; también hallamos sitio para una tercera opción en el listado de cortes: las versiones. Ya sea el “Personal Jesus” de Depeche Mode, el “Ramblin’ Gamblin’ Man” de Bob Seger o el “Margaritaville” original de Jimmy Buffett, en todas Sammy sale del aprieto con elegancia y un gusto incuestionable. Bajo la frase «¡Todo lo que necesitamos es una isla!», casi lema del álbum –y una de las creaciones que lo conforman–, este californiano nos invita al relajo y disfrute de fin de semana por medio de un álbum sin complejos. 



En cuanto a los invitados, a esos amigos que titulan esta obra musical, qué decir; hay aquí reunido todo un “dream team” –aunque cada nombre se tenga que alinear con unos u otros según la canción a ejecutar–: Taj Mahal, Denny Carmassi, Bill Church, Michael Anthony, Neal Schon, Chad Smith, Kid Rock, Joe Satriani, Mickey Hart, Nancy Wilson y sigue, y sigue, y sigue... Vamos, que se nota que el bueno del “red rocker” tiene perfectamente actualizada su agenda de contactos.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com


 







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