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PROGRESIVO DEL SIGLO XXI - 22: El Santuario de Robert Reed

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 Ya hablé en diferentes ocasiones y artículos sobre este músico británico nacido en Gales y de sus diferentes proyectos que van desde sus bandas progresivas como Cyan o Magenta hasta sus incursiones en cine y publicidad, así como sus numerosas colaboraciones con otras gentes en líneas musicales un tanto dispares. El señor Reed es un multistrumentista y compositor inquieto. Un verdadero amante de su oficio. Prácticamente de los que ya apenas quedan en el mundo de la música. Creo recordar ya hará unos 8 años que me enzarcé en una discusión con algún fan acérrimo del señor Mike Oldfield todo por cargarme el “Return To Ommadawn” y decir simplemente que los “Sanctuary” del señor Reed eran superiores a la falta de ganas compositivas del famoso compositor de Reading. Ni que decir tiene que la cosa acabó bastante tensa y no hay nada peor que llevarle la corriente a un fan iluminado de cualquier cosa porque al final todo acaba en el insulto personal y en perder los papeles.  Hoy ya no ...

ROZ VITALIS - Das Licht der Menschen (2004)

Título en alemán que según el traductor de Google significa “La luz de la gente”. Bueno si a los rusos les apetece poner títulos en alemán pues vale. 


Para hacer la cosa más colorida y anecdótica las tres largas piezas de este tercer trabajo llevan incluso los tres títulos en idiomas diferentes: “Potoki Sveta Trisolnechnogo” (27:48). “Colore Pieno di Luce” (21:50) y “Ablakok, Csillagok, Feny” (20:22). Aparte del evidente italiano los otros dos parecen idiomas eslavos en caracteres occidentales. Probablemente la primera en ruso y desconozco la tercera. Al parecer se trata de una trilogía basada o inspirada en la luz y dada la duración de cada track se han explayado a gusto. 

En la primera los sonidos “percusivos” de teclados y campanas ponen el punto para entrar de nuevo en una mansión de locos. Veo con agrado la superior calidad en sonido con respecto a los anteriores y las innumerables disonancias a las que hay que acostumbrarse o no entre voces enfermizas y sonidos que asemejan cristal y acero para poner bien de los nervios a los que busquen músicas más cómodas de escuchar. Estas por supuesto no lo son, pero logran atrapar por la variedad rítmica y la cantidad de habitaciones con espejos sonoros que deforman todo lo que pase por delante. La voz femenina es realmente irritante al igual que en los anteriores, pero si escuchas la música te darás cuenta de que es prácticamente imposible poner unas voces con algún sentido. Todo suena entre antiguo, ancestral, extraño y retro ciencia ficción en ocasiones. No sabría etiquetarlo con precisión porque cuando hablamos de música experimental cualquier cosa es posible.  Sería divertido poner esto durante una fervorosa liturgia religiosa o bien de musicoterapia durante una extracción dental, una gastroenteritis o en una molesta resaca del día siguiente. Pega con todo. Todo ayuda para desquiciarte de los nervios y 27 mtos es una mortificación que se debe llevar con resignación y buena compostura. El final es un martirio, pero por alguna extraña e incomprensible razón te tragas la pieza entera y preferiblemente si tienes una perversidad masoquista, ayuda mucho. 

El siguiente grado de sado se consigue en la endiablada pieza con nombre italiano. Más cinematográfica y sustanciosa y con mayores cambios de tempo y pulso histérico. La construcción es más animada, no tan introspectiva como la anterior y con cierta épica. Suena como algo eclesiástico y demencial como si los monaguillos y el cura se hubieran pasado con el vino de la celebración. Hasta la mitad todo es instrumental pero cuando entran la voz femenina un dolor intestinal se apodera de ti y debes evacuar rápidamente y de paso pedirles a los celadores de la residencia mental que por el amor de dios no dejen salir a la loca de la habitación. Los órganos catedralicios se encargan de llevar el resto de la “composición” a término con alguna fanfarria final mientras tú te tomas la medicación que estos músicos de San Petersburgo te han prescrito sin receta. De cualquier manera, el ansiolítico lo necesitarás sí o sí. 

La pieza final quizás la mejor y más entretenida, parte de una construcción similar con multitud de variedad de sonidos, entre clavecín, órganos, campanadas, sonidos híbridos de viento, percusiones y emuladores de sonidos acústicos. Pueden recordarte a veces a los Gryphon del “Red Queen” manteniendo las debidas distancias.  No le busques sentido a lo que oyes porque no lo tiene y quédate más bien con que es como una película sonora de Passolini, de David Lynch y sus ocurrencias o incluso del primer Fritz Lang y sus pesadillas fílmicas. Conste que oírlo entero tiene su “cosa” pero para unos pocos. 
Alberto Torró







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