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Carpet - Collision (2024)

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  No soy muy proclive al prog moderno, aunque reconozco que a veces hay cosas interesantes. Una de las peculiaridades del estilo es que con los años se ha ido abriendo cada vez más por cauces más variados, eso que llamamos ecléctico que bien puede acabar en un puzzle indefinido o en un nuevo resultado de la química sonora. Como ya dije la semana pasada en los tiempos distópicos y desagradables que por desgracia nos tocan vivir, es fácil encontrarnos con músicas que así lo reflejan. Cada vez la música es más áspera y más infeliz y uno que contempla la degradación humana a diario y el camino hacia la locura que tanto por  la política deshumanizada del negocio y poder, así como por la disminución de inteligencia global y aumento de la maldad en el planeta se da cuenta que ya no hay vuelta atrás. Cada día será peor que el anterior, bien sea por el clima y cambios naturales o por guerras en todos los frentes. No me toca decir a mí si la inteligencia artificial será algo mejor o peo...

IQ - Dark Matter (2004)

Como anteponiéndose a un tiempo por venir, llega “Materia Oscura” como una premonición ante la estupenda vida que nos va a tocar contemplar. Una música hermosa la de IQ pero que siempre ha jugado su lado siniestro. El otro lado que ya se intuía en “The Wake” o en las partes más claustrofóbicas de “Subterránea”, se muestran aquí con mayor énfasis.


 Esa “tristeza” siempre presente en su música. El rock sinfónico de IQ no es de cuento de hadas, ni de mensaje metafísico, ni de gloriosas gestas de caballería ni de amores novelescos ni de los tópicos absurdos que siempre han acompañado al estilo. Puede que, con su lado literario, su invención, incluso su humor o sus oscuras y atractivas historias imaginarias, la música de IQ sea esencialmente realista y no exenta de cachondeo propio e irreverencia. La hacen tan bien que ni siquiera se la toman en serio. Esto me encanta. Esto es genial porque además les entusiasma lo que hacen. Nada tan inteligente como no tomarse nada en serio. Pero dentro de un aparente desdén, es la música de la soledad del individuo. Del dolor sordo. Del pringao de siempre. Con su escucha me vienen imágenes. Es tan distinto este joven siglo a las antaño músicas idealistas… A aquella rimbombante trascendencia rozando lo ridículo…. 

A las historias de compromiso social y toda la sensibilización de una infantil revolución ya amortizada, ya olvidada, hasta tal punto, que hoy todo bien y toda gesta noble, parecen motivo de burla y engaño. Nadie se cree ya nada. Estamos en 2018 y no hay futuro porque nada es creíble. A la vista del panorama siniestro que disfrutamos con candor juvenil y que día a día nos mortificamos a placer, cotidianamente de horribles noticias, de cagadas políticas, de burradas y de miserias humanas espeluznantes, siempre está una música benefactora, porque raro será que mañana veamos alguna luz de inteligencia o algún comportamiento relevante. Ni lo espero. Diría que afortunadamente me da igual. Qué más da, si dentro de 10, 15 o 20 años de vida alargando como mucho, la mayoría de los de mi generación ya no estaremos aquí. Aunque aún tengamos por delante todavía un bonito panorama de denigración social in crescendo y también música progresiva como tratamiento a la perdida de neuronas. A día de hoy, no me gusta nada lo que veo ni lo que piensa la gente, si es que generalmente piensan.  Incluso me pregunto cómo es posible que aun haya música decente en esta astracanada de vida. El agotamiento generalizado y la retorcidamente estudiada desaparición de todo humanismo, digamos del sentido de “humanidad” más concretamente, es malo para el negocio. Todo eso ya no existe. Y eso pasa a la música y a unas actitudes bien diferentes a los de los 70´s. Darwin fue listo y revelador: El malo es el único que sobrevive, se alza sobre los demás y triunfa. Tener al mundo cabreado suma royalties. Para colmo, toda revolución es estúpida en sí misma. Se celebró hace nada el 50 aniversario del 68. Una verbena del Inserso y residencia de ancianos Nunca sirvió para nada. Los mismos siempre han ganado la misma batalla porque nunca se han ido. Debería causarnos risa tal derroche de propósitos vacuos. A falta de cultura incluso aumentan y se perpetúan los rezos a seres imaginarios y al espagueti volador, que es el otro negocio a proteger, aunque martiricen vidas y generaciones. Que nos queda entonces para huir del ridículo y la vergüenza generalizada del mundo: la música ¿Qué es la música entonces…? El refugio del solitario. El elogio del individuo. Su exaltación y su mejor chiste. La música, es un ansiolítico natural. Analgésico potente y también laxante a veces. Pero solo para aquellos a los que ya nada puede engañar. Prefiero que no me quieran a ser uno de ellos…o de los otros…  Huir a veces de nosotros mismos incluso, es el único camino que nos queda. 

“Sacred Sound”… su densa escucha y la observación de la portada del disco, me motivó en parte a escribir este coñazo de texto preliminar. Que por supuesto podéis obviar como la pataleta de un cenizo sesentón. La música de IQ tiene eso, una amarga nostalgia que enfrenta belleza y realidad.  Incluso intuye una doble lectura. Música de tormenta interna, como la que está cayendo ahora en mi ventana. De remover estómagos, de desacuerdos con uno mismo. Teclados con sonido analógico, órgano, mellotrón, viento gris que levanta el polvo como una jaculatoria catedralicia que implora al destino y la guitarra que desgarra sus lamentos. Génesis acertó en el desarrollo instrumental de “Cinema Show” esa rítmica peculiar caló fuerte en IQ. 

“Red Dust Shadow” es un corte tristón, algo Floyd en sus últimas entregas. No dice gran cosa y podría acercarse incluso a los últimos y abúlicos Porcupine Tree y al interminable bostezo. “You Never Will” es más de lo mismo. Todavía no aparecen las melodías que enganchan y la música me suena muy a penumbra y a bodega con alto grado de humedad. Cuando aparece Holmes todo reluce de otra manera, pero hasta ahora está muy comedido. “Born brilliant” va corriendo debajo de una alcantarilla mientras las ratas entonan cánticos cistercienses y entre todas ellas logran levantar una mohosa loseta metálica y los vapores oscuros escapan. La música es algo pesada y corrosiva, pero te mantiene atento con su olor a cripta revenida.


 Afortunadamente nos vamos a “Harvest Of Souls” y durante 24 minutos nos regalan otra hermosa suite como ya es costumbre en ellos. Vuelve la delicadeza y una luz que parecía perdida hasta el momento. Los diferentes planos y pasajes instrumentales vuelven a trasportarnos por ilustres veredas. Solo por esta pieza merece la pena este disco, a mi juicio no tan bueno como otros. Apunte personal sin duda, aunque el nivel de calidad de la música es el de siempre. Me encanta la portada porque no alberga ninguna esperanza.
Alberto Torró



Temas
1. Sacred Sound (0:00)
2. Red Dust Shadow (11:40)
3. You Never Will (17:41)
4. Born Brilliant (22:29)
5. Harvest of Souls (27:48)
- I. First Of The Last 
- II. The Wrong Host 
- III. Nocturne 
- IV. Frame And Form 
- V. Mortal Procession 
- VI. Ghosts Of Days




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Comentarios

  1. Debe gustar mucho IQ para oír este álbum completo, Sacred Sound y Harvest of Souls simplemente geniales, el resto para quien le guste.

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