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Bateristas en la sombra XVIII: Juan Ángel Sanchez

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 Warlock podrían ser considerados como el primer grupo español de Hard Rock con estética e influencia satánica y ocultista.  Su germen, Necrophagus, oscuro grupo surgió en Madrid en 1974 con Victor al frente quien estaba altamente influenciado por bandas como Black Sabbath, Lucifer’s Friend o Hawkwind y con un sonido que hoy sería considerado como Proto Doom. Durante su corta existencia que abarcó desde 1977 a 1979, Warlock fueron teloneros de la Ian Gillan Band en el Teatro Monumental de Madrid en 1979. También participaron en numerosos festivales y compartieron escenario con grupos y artistas de la época como Burning, Cai, Teddy Bautista & Canarios, Azahar, John Martyn, Eduardo Bort, etc. No obstante la historia de Warlock y el rescate de sus ensayos mediante el sello Guerssen forma parte de las reseñas discográficas de esta misma página Web.  El singular baterista Juan Ángel Sánchez se identificaba con el culto al satanismo en un nivel digno de ser consultado, pero su dislocada

LE ORME - Storia o Legenda (1977)

Este fue el primer LP que escuché de Le Orme y lo encontré de importación al principio de los 80’s en una pequeña tienda cutre de Barcelona, carísima y con una atención al público seca, desagradable y digna de judíos peseteros (ya no existe). Le pedí un pequeño descuento si me llevaba alguno más. Su respuesta fue que no era su problema que si no me lo llevaba yo ya se lo llevaría otro. Buena forma de hacer clientes.  Es cierto y los más viejos compradores de vinilo - que teníamos mucho aguante y por lo general mucha educación - recordarán que la amabilidad de los vendedores de discos no era algo muy habitual, salvo contadas excepciones y concretamente si les caías en gracia y te las dejabas. Aun así, me lo llevé. La portada era bonita y prometía y la edición era la original.


 Yo le cogí un cariño especial a este disco, quizá porque fue la primera vez que escuché la fina voz de Tagliapietra o quizás porque en aquella época nos agarrábamos a un clavo ardiendo en cuanto en los créditos de los discos veías un teclista con moog o mellotrón y el uso de guitarras acústicas. Lo demás casi daba igual. A esos niveles habíamos llegado. Encontrar una flor en una escombrera era algo raro. Y discos que en los 70´s nos habrían parecido mediocres, cobraban un interés casi enfermizo. Un símil sería: en un mundo en el que ya no hay rioja de reserva, nos conformamos con vino de la casa y gaseosa. Esto le pasa un poco a “Storia o Legenda” que es una gaseosa agradable, fresquita e incluso a veces un inocente sidral o refresco adolescente. Un viejo amigo rockero barbudo y compañero de liquidaciones vinílicas en el rastro cuando nos comieron el tarro con el CD, poco mayor que yo y que regentaba un bar setentero llamado la Ley Seca, me llamaba “el sinfónico” ya no sé, si cariñosamente, o para descojonarse de mi sombra. “… A ti Alberto te gustarán Le Orme porque son muy “babosetes”. Un encanto. Un saludo Miguel. La verdad es que a veces lo babosete me encanta, son aspectos de la multiplicidad paranoica en la personalidad de quienes oímos música sin parar o somos coleccionistas de discos y también porque a veces tenemos nuestro lado “moñas” por qué negarlo. No todo es Magma, Zappa, King Crimson o Art Zoyd en la vida. También están América o Crosby Stills Nash o Sandy Denny o la Barclay o los Moody…y tantos y tantos otros que alegran las pocas partes dulces de la vida y nos relajan los oídos y el esfínter. Mariconadas sonoras que siempre se agradecen.


“Storia o Legenda” es un cielete. Tiene bastante azúcar es cierto, pero a mí me encanta. La música es limpia, noble sin dobleces, como un “petit suisse”. Cuatro canciones por cada lado del disco entre cuatro y cinco minutos de media. Repito son canciones bonitas, sin malicia, que entran como cuando te comes unas fresas con nata o una tarta de chocolate crujiente con trazos de naranja….”Il Musicista”… “Un Angelo”…. “Il Cuadro”..etc… eso sí, siempre en la línea de flotación con aguas tranquilas para que al barquito velero le dé siempre el sol y las aves canten jubilosas. Un disco precioso y poético de cualquier forma.
Alberto Torró








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