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Sebastian Hardie - Four Moments (1975)

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 Cualquier aficionado al rock progresivo de los años 70 sabe que la escena australiana era bastante limitada. Es curioso, teniendo en cuenta los fuertes lazos comerciales y culturales que Australia tenía con Inglaterra y Estados Unidos, que el número de bandas progresivas en el país fuera tan reducido. Sin embargo, esto no impidió que músicos talentosos crearan obras de calidad. Sebastian Hardie es un ejemplo notable. Influenciado por Camel , Yes y Focus , su álbum Four Moments merece mucho más reconocimiento. Aunque la música de este álbum puede no ser tan original o intrincada como la de algunas de las bandas que lo influenciaron, es, no obstante, sentida y ejecutada con pasión y dedicación. Los músicos son excelentes instrumentistas, que demuestran habilidades compositivas admirables. Las canciones están bien estructuradas, organizadas e interpretadas con precisión. Mario Millo , por ejemplo, es un guitarrista que no busca exhibir virtuosismo. En cambio, aporta solos reconfortan...

Jukka Gustavson - Kadonnut Haviamattomiin (1995)

 El idioma finés me resulta complicado de escribir y el título de este álbum del ya lejano 1995 se las trae y tengo que deletrearlo como un niño pequeño. Este músico formó parte de aquella banda legendaria de primeros setentas llamada Wigwam, muy conocidos en el espectro prog fusion europeo de la época, pero en absoluto pirineos abajo salvo por los que en nuestra enfermiza voluntad coleccionista buscábamos vinilo de importación hasta debajo de las piedras. Yo logré curarme de aquello, pero siempre quedan efectos secundarios. Los aficionados al progresivo en general tenemos varios frentes abiertos en cuanto a gustos y según que época del año surgen diferentes patologías en la escucha que dependen en parte del estado mental, de la medicación, el alcohol consumido, la depresión, la ansiedad generalizada, el deterioro por la edad o en otros casos de deficiencia neuronal por la mierda psicotrópica o alimentación inadecuada que a veces de manera idiota suele causar antagonismos y caprichos en los gustos del día, mes o año. 



El martirizarse musicalmente y el suplicio es algo que el cuerpo pide en casi todas las actividades relacionadas no solo con la música también en el arte en general. Esto es tan viejo como el mundo.

El jazz rock fusión tuvo un potente impacto en décadas anteriores y fue una alternativa muy recurrente en los amantes del rock progresivo, hoy ya convertido en un saco a veces ridículo sin fondo y sin control. Cuando un disco era interesante y te hacía volar la cabeza ya formaba parte de tu círculo personal independientemente de las etiquetas. En mis tiempos jóvenes era bastante normal qué en la estantería, conviviesen discos de Miles Davis, Crosby Still Nash, Pink Floyd, Creedence, Chicago, Yes, Duke Ellington, Laura Nyro, Pentangle, Zappa, Sandy Denny, Rare Earth, Alan Stivell, alguna marcianada Kraut electrónica, las sinfonías de Mahler o los cuartetos de cuerda de Bartok. Es decir, un batiburrillo que en mayor o menor medida considerábamos buena música. Por supuesto que los sinfónicos, aunque tengamos el sanbenito unilateral de radicalidad no estábamos todo el día escuchando a Génesis y Yes también aparecían Return To Forever, Ponty o Pat Metheny y un largo etc.



Lo países escandinavos tienen un montón de bandas de jazz rock progresivo que son una buena alternativa a la hora de buscar música de calidad. El teclista (pianista más bien) y compositor que nos ocupa Jukka Gustavson tiene no menos de quince trabajos editados que van desde 1978 a 2021. El disco presente es por puro azar. Echar el anzuelo a ver que pica y si el pez es interesante buscaremos peces similares que yo interpreto como una guía de búsqueda y que cada uno asuma aquello que le interese. El estilo de este señor es particular y por lo poco que he leído ha tocado diferentes palos, entre el jazz, el funk, soul, blues, el rock prog e incluso el pop aunque escuchando este “Kaddonuk” intuyo cierta exquisitez en su producción y que sin duda tendrá más cosas interesantes.

Alberto Torró


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Comentarios

  1. Cuantas veces nos hemos tenido que tragar nuestras palabras, cuando hace años decías....esto no lo tendré en la vida....y 30 años después.......

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    1. Efectivamente. Las contradicciones y los cambios de parecer son innatas a la condición humana. El sentido crítico, la experiencia y la edad te hacen ver las cosas con mayor perspectiva y desde luego con más flexibilidad. Naturalmente siempre hay unos límites y un baremo de calidad en la opinión propia. Muchas cosas que no me gustaban o me eran indiferentes bien sea por desconocimiento o por manías a día de hoy me gustan y también al contrario. Cosas que antaño me fascinaban ahora no las soporto y muchas veces no sabes ni por qué.

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