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Bateristas en la sombra XIX: Enrique Ballesteros
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A día de hoy, hablar de Enrique Ballesteros imprime en las retinas de muchos la imagen de un bizarro personaje del Groove incrustado en la década de los setenta, mientras que para otros es citar a una escurridiza y mal aprovechada bala de oro.
El fundador de Cráter y responsable del carácter de la formación más ilustre de Ñu, fue uno de los bateristas más destacados de la plana mayor rítmica de nuestra Iberia. Detrás de su nutrido y abierto estilo se hallaba una respetuosa formación que presentaba saludables influencias norteamericanas junto con lo más destacado de cada país de Europa. Este músico sabía donde empezaba y donde finalizaba el discurso de cada contexto musical en el que su lenguaje tuvo presencia. A pesar de que se asocien en mismo diagrama sonoro las bandas a las que prestó sus servicios como músico, las diferencias entre las mismas eran notables, a lo que hay que sumar que con José Carlos Molina nunca ha tocado cualquiera, y no por cuestiones de incompatibilidades en lo que al carácter se refiere. Enrique poseía una mano izquierda prodigiosa y una técnica embadurnada de inquietud como bien ha demostrado en una travesía como baterista que ha abarcado numerosas bandas de un Madrid en el que en su subsuelo de culto habitaron unas cuantas criaturas muy sobresalientes en la escena musical española, con la que la industria no fue especialmente grata.
Al quedarse fuera de juego durante largos años por el mero hecho de que nadie somos perfectos y ciertos errores cometidos por la adopción de decisiones propias, Ballesteros ha sido juzgado, olvidado y reivindicado sigilosamente de forma muy puntual. Ni cuando se escucha su esfuerzo en el álbum Cuentos De Ayer Y Hoy de Ñu u otras múltiples aportaciones para diversos grupos se le reconoce como al valiente aventurero descendiente de una familia bien posicionada que apostó firmemente por el enigma de las maderas inglesas y el arce americano para expresarse como su propio antojo le permitía. Poseía una magna destreza para la ejecución de golpes simples, dobles, triples y para la sutil aplicación de figuras de tresillos de semicorcheas como muy pocos de sus camaradas de Groove tenían de Madrid en la época. Era extremadamente sutil en compases de 7/5, 7/4, 6/8 o de 10, porque ciertas irregularidades métricas eran solventadas con numerosos rudimentos y unas dinámicas muy habituales en un baterista que no naciese en New Orleans, New York, Reino Unido, Alemania, Rusia o Japón.
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