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Panna Fredda - Uno (1971)

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 Hay discos que no nacen: se invocan. Uno de Panna Fredda es un espejo roto donde se refleja el fin de la inocencia prog. Es el sonido de un grupo que vio el fuego de los 60 apagarse y decidió prender su propio incendio, aunque fuera el último. Aquí no hay paz ni complacencia: hay Mellotrones como cuchillas, voces que parecen oráculos y guitarras que cortan el aire como un ritual de medianoche. Si el rock progresivo italiano tuvo un momento oscuro, fue este. Y se siente glorioso. Cuando salió en 1971, Uno fue como un conjuro lanzado en una plaza vacía. Pocos lo escucharon. Menos aún lo entendieron. El disco quedó flotando en el limbo, mientras las luces de los 60 se apagaban y el rock italiano se metamorfoseaba en algo más grande, más extraño. Panna Fredda no tuvo tiempo de convertirse en leyenda en su momento: el servicio militar, la censura y la maquinaria de la industria los trituraron antes de que el humo se disipara. Pero los discos malditos no mueren, solo esperan. Con los añ...

Drifting Dots – Duskveiled (2023/ DD)

 Con ése habitual halo de oscurantismo y anonimato que siempre acompañan a las llamadas producciones "dungeon synth", (o el mismo perro con distinto collar), nos llegan Drifting Dots. Y lo hacen desde Kyiv, Ucrania. Todo muy siniestro, sí. No he albergado negras dudas IA al respecto porque el tipo que anda detrás de ése alias se presta a comunicación vía YouTube muy amablemente. Ya sé que no es garantía suficiente, pero aquí ya ha entrado en juego mi propia intuición.  Porque lo que escucho tiene alma. Sin duda.



Y un título inicial como "Atropos" (5'17) ya me ha ganado. Me trae recuerdos felices de otro tiempo en que lo editorial era impreso en papel y tendía a tener más importancia. Podría situarse su tonada entre "Force Majeure", "Logos" o "Pergamon". Tangerine Dream, claro. Cómo no. Cuida mucho la sensación,  el sentimiento romántico.  Y eso lo convierte en muy froesiano.

Continúa en ésa bella textura en "Acedia" (10'56), casi invocando al mejor Klaus Schulze 70s en su trascendencia espiritual metafísica. Quizá con un punto de melodía naive que le confiere tintes sinceros y humanos. Secuenciación berlinesa de pura cepa sobre fondo de ARPs celestiales. Con deuda a "Timewind" pero....acaso importa? Es un pedazo de pieza old school. 

La intro de "Gabes" (5'54) podría reflejar la plástica portada que adorna el álbum. Tiene un algo, ésa pintura. Su desarrollo secuencial se diría obra del propio Peter Baumann, en una jam de ensayo de la Mandarina Somnolienta, allá por 1977. De nuevo hace gala de una solemnidad melódica que atrapa la atención del oyente. Toda una virtud destacable en Drifting Dots. Sin apenas silencio, encadena con "Chiaroscuro" (5'11), en otro dedicado homenaje a Schulze. Su entorno kosmische es de convicción absoluta. Y eso es porque no usa demasiadas pistas. Dando ésa sensación parca 70s que tanta falta hace en éste tipo de producciones. Se diría que casi hecho en directo, o de posible ejecución real. Otro bello ejemplo de modestia y genialidad.

"Le Palais de Cristal" (5'13) suena a los Heldon más planantes. Descriptiva y fascinante, de cierto sinfonismo romántico inherente al estilo.

"A Well for the Thirsty" (5'49) es una oda a la desolación interior. Sin embargo, acompañada de un cierto tono de esperanza que equilibra la exposición electrónica. Nunca histriónico ni excesivamente nublado.




"Duskveiled" me ha supuesto una refinada y pequeña gran sorpresa.

Realmente, un exquisito ejercicio de estilo.

J.J. IGLESIAS



Temas
0:00 1. Atropos
5:17 2. Acedia
16:14 3. Gabes
22:09 4. Chiaroscuro
27:20 5. Le Palais de Cristal
32:33 6. A Well for the Thirsty


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