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Ardo Dombec – Ardo Dombec (1972)

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 Olvídate del krautrock galáctico, los sintetizadores voladores y las odiseas en LSD. Esto no es Tangerine Dream, esto es una pelea de borrachos en una cervecería de Hamburgo con saxofón afilado y batería que suena como si patearan un motor diésel.  Ardo Dombec no hace música para flotar: hace música para tropezarte con un adoquín, abrirte la ceja, y que el ritmo siga sangrando por ti. Su único disco es una anomalía: demasiado sucio para los puristas del jazz, demasiado técnico para los salvajes del garage, y demasiado alemán como para importarle todo lo anterior. Suena como si Zappa se hubiese cruzado con Can en un taller mecánico y hubieran grabado con resaca. Guitarras que escupen aceite, saxos con mala intención, y una batería que parece haber aprendido a tocar en medio de una huelga de transportistas. Cada tema es una curva cerrada en una carretera sin señalización, con humo negro saliendo del capó y un loco gritando indicaciones desde el asiento trasero. No es bonito. No...

MacArthur – MacArthur (1973)

 Otra de las bandas injustamente enterradas en el olvido, sin apenas información sobre ella, es desconocida para la mayoría de público rockero. De origen Norteamericano con solo 2 Lp's pero de categoría superior, pasarían sin pena ni gloria por los circuitos comerciales masivos. Realizaron un progresivo inusual en las costumbres del nuevo continente, con un trasfondo muy europeo en las estructuras compositivas, confunde y sorprende la procedencia del otro lado del charco.



El derroche de calidad y creatividad es total, el potencial enorme y el virtuosismo patente, sin embargo no hubo continuidad. Su sonido se sostiene sobre una importante base de teclados, mayoritariamente sintetizadores moog y minimoog,  última tecnología del momento, que nos retrotraen a la memoria irremediablemente los muros de sonidos uniformes y punzantes que solían aplicar EL&P en sus años dorados. Composiciones técnicas arropadas por unas guitarras arpegiadas a ritmo muy atractivo, dan una nota más humana a los temas. La guitarra solista hace acto de presencia en ese escenario poseída por el espíritu de JACK ACKERMAN, sobre todo en aquellos pasajes en que la velocidad de los dedos sobre el mástil es imposible de seguir, dando lugar a una fusión de notas enmarañadas e indivisibles formando cabriolas, rizos y rimbombancias adictivas.

Melodías que aunque en una primera impresión no lo parece son de esqueleto sencillo, pero a la vez elegantes, carente de elementos superfluos y directas, donde la dualidad guitarra - teclados es absoluta dueña de la situación.

La voz, por debajo de lo que debería representar, no está a la altura de las circunstancias, sin mostrar expresividad, falta de fuerza, no consigue alcanzar la garra necesaria. El parecido con el cantante de NEUSCHWANSTEIN es muy cercano, una entonación rígida que no consigue meterse al oyente en el bolsillo. Es cierto que el sonido del grupo también coincide en ciertos aspectos con el de MACARTHUR.



Se observan pasajes que coinciden bastante con secuencias realizadas por la banda canadiense RUSH , y eso ocurre en aquellos escenarios en los que las guitarras toman un cariz más duro y pesado. Incluso las coincidencias llegan a ser increíbles donde uno de los tracks suena de tal forma que el ritmo te atrapa y por un instante piensas que estás  ante una versión modificada de "la villa Strangiato" del magnífico álbum "Hemispheres".

De obligada escucha, el buen fan del progresivo no queda insatisfecho.

Juan Carlos Rustarazo



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