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JEREMY MORRIS: Toda una vida de buena música

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Conocí al norteamericano (Kalamazoo, Michigan) Jeremy Morris en los mediados 90, a raíz del maravilloso "Pilgrim's Journey" (1995/ Kinesis). Un álbum que te llevaba a los mundos mágicos de Anthony Phillips o Steve Hackett sin mucho esfuerzo.  Una auténtica obra maestra.  A raíz de nuestro fanzine Atropos, conseguí contactar con él,  entrevistarlo y seguir una buena amistad regular, entonces por carta, (Internet daba sus primeros pasos). Al cabo de unos años, otro gran amigo, el argentino Guillermo Cazenave, había hecho algunos discos con el propio ex-Genesis,  Anthony Phillips. Destacando el fantástico "The Meadows of Englewood" (1996/ Astral). Observé una fuerte afinidad de estilos entre Gill y Jeremy, ambos multiinstrumentistas. Se me ocurrió hacer "de celestino" y presentarlos. El resultado, varios discos juntos y viajes en concierto por USA, Londres y  España. Tocaron en el mítico The Cavern de Liverpool......Para dar el siguiente bolo en The Caver...

NIRVANA - All Of Us (1968, Island Records)

Un músico irlandés llamado Patrick Campbell-Lyons se encuentra en Londres con Alex Spyropoulos, compositor de origen griego dispuesto a dejarse mecer por las influencias que la nueva psicodelia de The Beatles y The Beach Boys estaba trayendo a un 1966 de caras nuevas. Ese barroquismo delicado, esas sinfonías en miniatura que representaban un pop evolutivo hacia espacios del inmueble por ocupar, casan con lo que el tándem llamaría Nirvana. 



The Story Of Simon Simopath, su debut, les hace apostar por los trabajos conceptuales marcando una narrativa que pronto se vería en muchos de sus contemporáneos. Un año después, maravillando desde el 68, Nirvana consigue no perder el impulso aunque trabajando sin la necesidad de un hilo con forma de cuento completo. All Of Us es tan orquestal como recargadamente soft rock, dotando cada canción de mínimos detalles que las giran en rompecabezas de formas majestuosas. 

“Trapeze” pone en su primer minuto lo que sería constante en el LP homónimo de Appaloosa, pasando en segundos al pop saltarín de un Paul McCartney juguetón. “Everybody Loves The Clown” por el título podría remitir al beatleiano “Being For The Benefit Of Mr. Kite!” y sin embargo es una canción casi infantil, llena de ritmo jovial, en la que las frases del vocal se escuchan al unísono con las de una tierna niña. “Girl In The Park” es ciento uno por ciento The Kinks, algo que no moja a “You Can Try”, afrancesada con categoría. 



“Tiny Goddess” o la balada remolque de The Moody Blues y Procol Harum, en unos días que más que a rebufo, circulaba en paralelo. Nirvana, la pareja que era capaz de construir su particular nido para el polluelo pop mientras no renegaba de la performance artística, como pasó en un espacio televisivo francés en el que ellos cantaron y Dalí les roció con pintura negra.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com




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