Bateristas en la sombra XX: Larry Martin

Aquí tenemos otro gran ejemplo de banda que comenzó en el entorno stoner, y ha ido evolucionando a cada paso. Hasta llegar al pleno rock progresivo. Desde 2016 con "III - Tokes, Hatred & Caffeine" nada se sabía de éste trío de Montreal. Si, otro tridente canadiense. Su cuarto trabajo supone un paso decisivo hacia un hard rock (muy) progresivo de clásica escuela canadiense. Aunque ellos tratan de desligarse de cualquier influencia casi con obsesión. Les honra, ciertamente.
Tumbleweed Dealer son Seb Painchaud (bajo, guitarras), Angelo Fata (batería, percusión) y Jean-Baptiste Joubaud (sintes, producción). Hay diversos invitados a la trompeta, flugelhorn, trombón o saxo. No asustarse. Son meros arreglos, a veces de una riqueza y originalidad encomiable. Siendo la colaboración más relevante la de Antoine Baril al Mellotron, Hammond y sintetizadores en casi todos los temas.
Hablan en alguna reseña de que éste es un trabajo dedicado al "Swamp Thing" de Alan Moore. No lo sé, pero se intuye el ambiente pantanoso, oscuro y ominoso del famoso cómic. Está ahí en todo momento.
En las primeras notas de "A Distant Figure in the Fog" podemos apreciar ése aire de maldición solemne que fluctúa entre el sympho-kraut y el hard rock 70s. Rítmica aplastante, guitarras tan finas como amenazantes y teclados descriptivos muy darker. Únase el Hammond en "Sparks Adrift in the Louisiana Nightsky", dando como resultado algo muy parecido al scandi-prog, con base clásica hard (incluso metal, en contadas ocasiones). Mellotron prominente de voces del más allá, bajo Rickenbaker y escenas fantasmagóricas cajun. Mucha niebla.
"A Plant that thinks it's Human" es como juntar a Michael Rother con los últimos Opeth y los teclados de Lars Fredrik Frøislie o Thor Erik Helgesen.
Por si no te has percatado, va todo de instrumental. De retro-objetivo sorpresa a cada instante. Y en "Becoming Are with the Bayou" entran en escena sección horns como si de una brass band 70s se tratara. Nada preocupante. Son arreglos de impacto cinematográfico que ayudan a enriquecer un denso marco de sensaciones. Auténticos gourmets del buen gusto prog.
El tándem rítmico no para en valiosos tecnicismos. Como en el comienzo casi funk de "Dragged Across the Wetlands", con leve inspiración hendrixiana arropada por vientos que hacen las veces de teclados.
La guitarra se acerca a Cynic en filigrana jazz en "Dark Green". Pieza-título que podría ser de Pat Metheny o Ralph Towner, si no fuera por su inminente mellotronada y desarrollo en onda early Crimson/VDGG. Al final se asalvajizan como unos Opeth (sin alaridos), y sin que el Mellotron pierda protagonismo. En un crescendo con trompeta-Morricone excepcional.
Bajo+spoken word+vientos crean "Ghosts Dressed in Weeds". Una extravagancia avant (o así) que busca el descoloque de la defensa-oyente para cogerlo a contrapie. Lo consiguen. Supongo que un Zappa oscuro del presente sería una descripción. Aproximada, puede.
"Moss on the Mind" adopta subliminal referencia a Rush, (a ése respecto nada que ver con lo explícito de Crown Lands), en un corte fusion-prog, con ataques epilépticos de Mellotron traicionero y sabrosón.
La más extensa, "Body of the Bog" (6'25), entra con organada y complicadas rítmicas math. Entre unos Djam Karet, Covenant (alguien recuerda su "Nature's Divine Reflection"?) y... Tower of Power! Es un contexto raruno pero muy chulo. Buscan la originalidad dentro del retro-espacio, ésta gente, casi hasta la obsesión. Y eso es loable, meritorio, honesto y jodidamente difícil.
El fin lo pone "A Soul Made of Sludge", que parece Rare Bird con Geddy Lee y Neil Peart.
Primera sorpresa gorda del año. El rock canadiense no se duerme en sus laureles históricos. Superior cuarto álbum, totalmente progresivo.
Un triunfo instrumental.
J.J. IGLESIAS
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