Sebastian Hardie - Four Moments (1975)
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Una de ésas benditas bandas que nos salvó el culo a los "humanes progressives" en los 80 fueron IQ. Aquel pueblecito galo que resistía en Inglaterra los embates romanos de la modorra modernez, y horterismo de una crítica comprada por las multinacionales. Tiempos duros y muy injustos. Martín Orford fue el teclista fundador de IQ y para el 2008, estaba cansado ya de éste circo. Había editado previamente un debut del año 2000, "Classical Music & Popular Songs". Un enorme disco que sólo tuvo cierta repercusión en los circuitos underground del gremio prog. Recuerdo que lo entrevisté. En sus respuestas se intuía cansancio y hartazgo de ignorancia por parte del mundo en general. Lo comprendí muy bien.
Antes de abandonarlo todo, editó en 2008 su canto del cisne, "The Old Road". Un bello canto final. El título lo expresaba tan bien como el arte del disco, con ése tope al final de la vía. Se acompañó con grandes colegas del circuito : Andy Edwards (batería de Ezra), Dave Meros (bajo de Spock's Beard), Dave Oberlé (percusión de Gryphon), Steve Thorne (acústicas y voces), Nick D'Virgilio (batería de todo el mundo), John Mitchell (guitarra de Arena o It Bites, entre muchos). La voz del tristemente desaparecido David Longdon, cantante de Big Big Train, con los que Orford también colaboró. Gary Chandler de Jadis, Mike Holmes de IQ o el recordado John Wetton. La despedida no pudo ser mejor acompañada. Martín Orford en su hangar de teclados, Taurus pedals, voz solista, composición y guitarra eléctrica.
Dejaba claro en el libreto que "esto no es un álbum de rock progresivo. Habrá muchos clichés del género, pero mi idea es ser descaradamente retro. Porque estoy plenamente en The Old Road". O sea, me importa un huevo lo que pienses. Voy a hacer lo que me gusta y que se joda el mundo.
Salvo un mail, no dejaba más vías de contacto. Se la sudaba. Incluía un "no thanks", que mayormente iba dedicado a Internet. Estaba quemao el hombre. En una palabra o en tres, hasta los cojones. Pero echó el resto.
Y su "queosjodan", fue ésta maravilla de álbum que comienza con "Grand Designs" (9'57), en la más pura línea Genesis "A Trick"/ IQ. Música poderosa y esplendorosa. Sin miedo a nada y sin prejuicio alguno. Nada depre, vista la situación. Era un "quemar los barcos" con toda dignidad. Canta aquí Orford, influído por Pete Nicholls, y lo hace muy bien. De sus fraseos al MiniMoog qué puedo decir. Un maestro de todo respeto. Encontraremos aquí sólo canciones redondas. Trabajadas en dos años de previo dilema, preparando el fin de carrera. Coherente en todo. Y hasta toca la guitarra a lo Hackett, lo cual es una agradable sorpresa.
Intro de piano genuinamente Tony Banks en "Power & Speed" (5'57) , instrumental genesiano lleno de ímpetu apasionado por la guitarra de John Mitchell. El sputnik rítmico Meros/D'Virgilio los manda a patinar al anillo de Saturno. Teclado de cuerdas y soleados Bardens, en una filigrana hecha con la absoluta libertad del que "va a mandar a la mierda al jefe". Conozco ése gozoso sentimiento. Es como una corrida de mala ostia. Igual hasta mejor. Euforia prog sin pedirle permiso a nadie.
El añorado David Longdon canta solista en "Ray of Hope" (3'52). Big Big Train también son de la secta genética y aquí había que demostrarlo con una bella tonada digna del "Wind & Wuthering". Orford es un compositor de órdago, que no sólo está para apabullar con un empacho de teclas. Todo clase. Mucha.
Y en "Take it to the Sun" (5'23) andaría por la etapa "Duke", siempre como orientación. Con la única voz del gran Wetton, inevitablemente también suena a Asia. Material de primera que las major ni cataron, en su oscura avaricia sin límite y decrépita mediocridad de criterios. Que se jodan. Una maravilla de canción, con la banda en estado litúrgico.
"Prelude" (1'35) guarda la aristocracia pianística de un Wakeman (padre o hijos), en precioso instrumental que da paso a "The Old Road" (8'35). Con el autor a todo tipo de instrumentos y voz solista. Me suena a unos Kansas en británico, más todavía con el añadido del fiddle de Colm Murphy. Classic prog rock de elegante realeza británica, elementos folk (Dave Oberlé anda por ahí) y sensibilidad pastoral, pero con nervio vengativo. Mellotron y guitarra en un crescendo de los que le gustan a Hackett, con un final de andamiaje hard. Y una coral irreprochable. Sin fisuras a bordo.
Steve Thorne se hace con el micrófono, guitarras, bajo y co-escribe con el jefe, "Out in the Darkness" (6'25). El resultado es el esperado. Peter Gabriel en solitario de la primera etapa. Teclados trascendentales y una canción de otro mundo. Que no mereció éste.
"The Time and the Season" (10'45) es otra gozadera a la IQ cuando se ponen espitosos, pero con el regalo de la voz de Wetton. Lo que los lleva al pomp de Primera División sin mucho esfuerzo. Que éste álbum fuera underground no significa que lo fueran sus integrantes. Profesionales olvidados por el sistema. Orford está inconmensurable en sus sacudidas y fugas de sinte. Un mobiliario Castellano, de los de antes. Nada de Ikea-prog. Todo sólido.
"Endgame" (4'20) es la amarga despedida, perfectamente reflejada por David Longdon, con tristeza, pero con un riff final de mala leche. Martín Orford se fue dando un portazo. Tenía sus razones, y hoy poco ha cambiado la cosa. Pero su amor por la música en estado puro lo salvó. Hoy puedes verlo feliz, tocando con sus amigos de siempre en Jadis. Por pura diversión. Sin ir más lejos en su último álbum, "More Questions than Answers" (2024).
Alegra saber que, de un modo u otro, continúa paseando por "The Old Road".
J.J. IGLESIAS
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