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ANYONES DAUGHTER - In Blau (1982) (EL PROGRESIVO ALEMAN Y ALGUNOS DISCOS. INICIO)

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 Siguiendo mi vieja costumbre de meterme en densos jardines musicales como hice años atrás con Japón, Rusia, Escandinavia, USA, Italia o Francia y alguno más, intentaré describir un poco el panorama teutón porque en sí mismo tiene peculiaridades originales distintivas de otro tipo de rock progresivo mundial. Cuando yo empecé de adolescente en esto de la música allá por finales de los años 60 y permitidme la broma, el único alemán que conocía era a Mike Kennedy cantante de los Bravos. Entonces comprábamos singles con canciones de dos minutos y lo del prog era ciencia ficción. Lo que vino después es muy largo y pesado de contar.  En alguna ocasión en viejos artículos aquí aparecidos os hablé de la impresión que me causó el “Phaedra” de Tangerine Dream allá por 1974. Creo recordar que me lo regaló alguien por mi veinte cumpleaños. Edición española además. No entendí nada. Era un disco experimental con sonidos espaciales nunca escuchados anteriormente. Pero lo que me fascinó fue el innovad

EL HOMBRE ASTRAL - Tierra (2009, Musea)

El Hombre Astral no nació cual proyecto de un día, por lo que Involución estaba pidiendo el relevo a un nuevo lanzamiento en el que se confirmase la determinación cargada de coraje y valor de un proyecto poco usual. César Díez y sus compañeros han alcanzado a su debut y, gracias a Tierra, lo adelantan para seguir camino. La visión de un rock no tan frecuente como debiese en nuestro país.



Originales pero directos, sin marear florituras que lleven a laberintos que podrían agotar al oyente, El Hombre Astral incluye en su estrenado disco compacto nueve canciones cuyas influencias pueden ir de canadienses como The Smalls a un art rock totalmente deudor de las instrumentaciones progresivas. Si a esto le sumamos unos textos estupendamente amasados, espacios en los que enmarcar la evolución espiritual y el supuesto estirón intelectual de nuestra extraña sociedad, nos encontramos entonces ante una grabación poco oída en las promesas por batirse el cobre frente a la industria musical. 

La acidez de esa “Bienvenida” que describe la realidad del músico que cada noche se lo juega todo sobre la tarima que le ofrece el bar, el pub o la sala de marras, consigue alcanzar a la presa –en este caso tu curiosidad– para introducirla en unas reglas muy particulares que se desglosan gracias a “Suerte”, “Grúas” o “Reina De La Casa”, ese cachetazo a la caja tonta –de sublimes arreglos instrumentales–.



Un álbum como pocos, lugar en el que ese raciocinio de Díez hace del grueso un ejemplo de vanguardia entendida cual manera de dar colores a un rock que en los últimos años se le ha notado a la cuarta pregunta, sobre todo haciendo caso a tanta propuesta insustancial que tiene pagada de antemano una campaña de promoción mastodóntica. El Hombre Astral es otra cosa, y por eso debieron durar en nuestro panorama sonoro.

por Sergio Guillén

https://sguillenbarrantes.wordpress.com


 
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