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Bateristas en la sombra XX: Larry Martin

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En la escena del Jazz hay individualidades asombrosas que revolucionan los lenguajes. A su lado, para hacer cierta la ilusión, están los trabajadores de "a diario", instrumentistas eficaces que se notan imprescindibles cuando se les va a ver, pero a los que se olvida con demasiada facilidad. Mucho antes del fatídico treinta de Noviembre del año 2013, el expresivo, éste baterísta tan expresivo como dinámico, y tan eficaz como solvente, solo obtuvo cierto reconocimiento entre las oscuras bambalinas del vericueto de culto. A pesar de poseer su prodigioso pie derecho y esas virtuosas manos que le sirvieron para introducir precisión interpretativa en el contexto de la ejecución sujeta al tempo más preciso, desgraciadamente Larry Martin fue y seguirá siendo una hoja arrastrada por el viento de la amnesia. Nacido en Madrid en 1950, tocó multitud de estilos ya sea pop, hard rock, jazz o blues, y en todos ellos dejaron su impronta con un absoluto dominio del instrumento y una creativi...

LA DÉCADA DE LA SEQUÍA Y EL NEO PROG DE LOS 80´S (1)

 Las reliquias discográficas suelen ser las referencias que habitualmente aparecen por estas páginas. Este Blog se creó para ello, aunque también las grabaciones más recientes tengan su cabida. Lo cierto es que este ciclo histórico de aquel extraño fenómeno que fue el neo progresivo hacía mucho tiempo que me venía rondando la cabeza. También observo que alguna vez que otra hay por aquí algún artículo que rescata a aquellos “pioneros” de segunda generación. 



Ciertamente más de medio siglo de música “rock” da para mucho, casi ocho décadas si nos ponemos puntillosos y se nos antoja como una temática interminable. Lo es. Sin embargo, al menos para mí, seleccionar dentro de las actualidades y modernidades no es una tarea nada fácil porque estoy ya mayor para que me vendan subgéneros desvirtuados y productos de escasa calidad. En definitiva: Si he decidido hacer una “revisitación” del neo-progresivo ochentero británico es precisamente por la desilusión que me producen tanto las tendencias actuales como la decadencia hacia un mundo en retroceso imaginativo, lleno de superficialidad y anti-científico, lleno de negacionismo, donde se trata de eliminar cualquier atisbo de inteligencia y humanidades. Vivimos la era de la estupidez que nos llevará a la extinción.

Ni la época ni el tiempo presente me interesan lo más mínimo. Hoy en 2025 ser malo y estúpido es rentable. Lo irracional es la tendencia y es lo que nos va a llevar al desastre definitivo. Al fin de una era. Veo el mundo actual tanto a nivel político como social sumido en el odio y la irracionalidad como el peor retroceso a lo malo e ignorante y lo curioso es que me da la risa… por no llorar. Nos hemos vuelto idiotas y es aterrador y hasta divertido a la vez. Aunque malos ya lo éramos, hemos hecho lo imposible para hoy ser mucho más tontos y peores.

 Por otra parte en el ocio: el aburrimiento, la pesadez, la mediocridad y el descenso del coeficiente intelectual se han apoderado prácticamente de todo y no creo que ya haya vuelta atrás. La música y el arte en general lo sufren y pertenecen al pasado. Hoy todo o casi todo es una mierda ridícula pero no hay que tomarlo en serio, más que nada porque ya es inútil hacerlo y es mejor burlarse. 



Al margen del sarcasmo y de los gustos personales y el sentido crítico racional, siempre he buscado un criterio de destacar lo qué a mi juicio, que no tiene que ser el de todos, tenga un cierto nivel de interés y calidad. Luego evidentemente están los caprichos y las tendencias personales porque tanto en música como en otro tipo de actividad artística o cultural nadie es objetivo y neutral escribiendo lo cual es completamente lógico y normal. También considero que hacer la crítica de un disco de manera técnica y mecánica como ocurre en la mayoría de las ocasiones resulta frío y aburrido. Para eso están los medios elitistas, cada vez más escasos por cierto,  de música académica culta y especializada llenas de tecnicismos y pedantería como ocurre por poner ejemplos en la clásica y en el jazz, las tendencias más cool y snob en las nuevas vanguardias contemporáneas. Pero eso es como leer una revista científica de física teórica o de especialidades médicas. 

También pienso que escribir sobre algo sin un ápice de humor o ironía me parece completamente aburrido. Con la edad y en mi caso me resulta cada vez más difícil tomarme algo en serio y en lo personal ya no creo en genios ni en ningún tipo de idolatría hacia músicos o compositores. Todos tienen sus miserias y cuanto más arriba están más insoportables son. En nuestra juventud ya hubo tiempo de ilusionarnos con cosas imaginarias y utopías imposibles y cuando la especie humana todavía no nos había defraudado lo suficiente.

Con la perspectiva del tiempo y como ocurre con el vino tinto hay cosechas que ganan al envejecer y otras se echan a perder. Al finalizar la década de los años setenta la música en general y desde luego la que utilizaba cierta capacidad neuronal se encontraba en estado de agonía terminal. De 1970 a 1975 había ocurrido un extraño milagro de música imaginativa y original. Cada disco que salía creaba una sensación de alegría y euforia difícil de explicar para los que no vivieron esa época. Sin embargo, como la alegría dura poco en casa del pobre, todo se fue a hacer puñetas en una “progresiva” degradación que muchos de nosotros en cierta ingenuidad, todo hay que decirlo, consideramos una traición de principios hacia el arte y hacia lo sublime. Pobres chavales. Lo elevado siempre ha perdido la batalla contra la vulgaridad. En nuestra idealista mente no estaba todavía el concepto de que absolutamente todo en esta vida es un vil negocio y que nada en realidad importa. La música a partir de los años cincuenta solo se vio como un nuevo negocio en alza en la venta de vinilos inicialmente pasando por las radio fórmulas y finalmente al streaming digital actual. Lo de arte pasó a la historia en manos de las compañías discográficas. Luego los macro conciertos y la llegada del video y finalmente las redes sociales terminaron de dar la estocada final al concepto artístico de humanidades e ilustración en términos culturales. No nos engañemos. Vender lo que sea es el único interés en la especie homínida. Que el rock progresivo imaginativo y de calidad se pusiese de moda y diese mucha pasta en su momento fue una rareza. Algo inexplicable desde una perspectiva histórica. Pero no quiero alargarme más con esto.



Los primeros años 80´s fueron como una especie de caza de brujas a los “sinfónicos” como se nos llamaba despectivamente por supuesto. Un día en una tienda apareció por casualidad un álbum con una bonita portada que en aquellos momentos era prácticamente imposible de ver: Marillion y su Guion para una lagrima de bufón. No es posible me dije. Esto no es pop sintético por la pinta me dije. Al escucharlo me recorrió una extraña sensación entre alegría y tristeza. Una mezcla de sí pero no… y aquí empieza esta historia que continuará a la próxima semana.

Alberto Torró.


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Comentarios

  1. Pues ya se me esta haciendo larga la semana. Pienso de la misma manera. Un saludo de Blues Syndicate

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  2. Hola Albert; totalment d' acord amb el teu escrit. Tinc 68 anys i penso que els 70 varen ser una epoca de creativitat irrepetida. Salut i pau desde Torelló.
    Enric

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    1. Gracias y un saludo igualmente a ambos. A mi ya me caen 71 este mes. Un largo camino y menos mal que aquellos tiempos nos dieron alguna alegría. Salud que no nos falte

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