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Sameti – Sameti (1972)

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 Volver a retomar aquella senda me ha costado, siento que el tiempo se ha ido de mis manos y que aquellos días mozos están más lejos de lo que puedo recordar,  el sabor agrio de este álbum mezcla de krautrock, Jazz/fusión y un “noséqué” me deja corto, tanto tiempo ha pasado desde la última vez que me senté a escucharlo que los recuerdos de este casi no existen, se han perdido en aquella vieja habitación.  Volver a él ha sido duro, ¡DURISIMO!,  retornar  a la senda,  llevarlo a la vida -así lo he sentido-, sentarme a escucharlo de cabo a rabo y luego llevarlo al día a día, es decir  curtirme de su sonido, de lo que plasma , y alcanzar el punto máximo para decir “QUE GRAN DISCO” es poco. Pude digerir el álbum y he podido sacarle el jugo, pero el camino ha sido algo trunco, es una obra que peca con algunas cosas, falla en otras y  consigue aciertos, es algo irregular, al menos para mi gusto no cubre esa cuota que suelo buscar en una banda de naturaleza Krautrock.  Pero OJO eso no signific

Lynne – The Void (1997/ Cyclops)

 Estuve muy en contacto epistolar (nada de Internet todavía), con el noruego Bjorn Lynne durante los 90. Dentro de éste cd hasta me ha salido una demo de su puño y letra que ya tenía totalmente olvidada.......El tiempo va a toda velocidad. Ingeniero y multiinstrumentista, éste fue su quinto álbum y primero durante su estancia residencial en Gran Bretaña.



Ahora cuenta con cerca de 25 obras. Sin contar el medio centenar de game-soundtracks (que es a lo que se dedica), y su implicación en más de 80 video-games. Su obra musical en solitario oscila entre el sympho-prog a la Oldfield/Hackett o el electronic prog de Mark Shreeve / Berlín School. A discos. 

"The Void" fue un álbum conceptual sci-fi sobre un mensajero telépata del siglo 23. O un "okupa" mental tocapelotas de cerebros. Que menudo incordio. Como si no tuviéramos ya bastantes mamarrachos comiéndonos el coco por todas partes! Esto, resumiendo mucho la historia. Lynne se encargaba de teclados, programación, guitarras, bajo, composición y total producción. 

Su inicio con "Into the Void" (9'30) no podría ser más cinematográfico. Sin perder esencias de Steve Hillage en una hipotética jam junto a Edgar Froese y las ingeniosas percusiones electrónicas de Wolfgang Flür (Kraftwerk). Admiro su fotografía psíquica sonora. Sin ninguna pausa ni silencio, "All Life is One, Part 3" (5'21) ofrece un paseo levitatorio sobre inmensidades paisajistas en constante cambio. Siempre manteniendo melodías muy bien compuestas y con alguna escapada sympho que reconoce influencias del rock británico. 

"Electroflow" (5'02) juega al Düsseldorf sound-art rock, con (sólo) aparente mirada simplista-minimal, que esconde un ajuste riguroso de piezas múltiples en un rompecabezas sonoro para nada sencillo. Robert Schoereder aprobaría esto de mil amores, sobretodo con Double Fantasy.

Hay que agradecer la fidelidad natural de la percusión (artificial) en "Dar Shan" (5'55), algo inherente a todo el álbum. Pareciendo auténtica batería en comunión con la vorágine sintetizada dominante.

Que en "On the Edge?" (5'02) recurre al manual berlinés late 70s cercano a Ashra. Con estudiado cuidado de formas y sensacional planificación instrumental.  Encadena con "Truth or Sanity? Part 3" (2'05) un intermezzo planante de leve sabor schulziano. "Relentless" (12'05) aspira ambientes británicos neo psych a lo Banco de Gaia, Anubian Lights o Krel. Esto es, space rock electronic con cierto aire rave (pero sin asustar), elegantemente creado. Ambient para boites del siglo XXI.......si las hubiera.

Lo que nos lleva a la original "Signals" (7'35), banda sonora imaginaria con flecos de TD 80s, llena de pequeños y curiosos detalles. Una destacada. Más música descriptiva desperdiciada por el cine,  (a pesar de que algún film ha sido musicado por Lynne), es "Who Knows" (6'35). Seguramente en el sello IC de Klaus Schulze hubiera tenido hueco en su día. Es otra jugosa muestra berlinesa que no reniega de la perfección melódica en ningún instante. Finaliza con "The Nothing" (14'01) en majestuosa marcha a la J. M. Jarre, que visualiza plenitud creativa.



Seguramente "The Void" es uno de los mayores logros electrónicos de Bjorn Lynne, el cual lleva en silencio desde 2014. 

Absoluta recomendación. 

J.J. IGLESIAS




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