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Bateristas en la sombra X - Antonio Sanchez:
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A pesar de su nombre y trayectoria, son muchos los que asocian el nombre de Antonio Sánchez al estrecho callejón en el que perdura el Lupanar del suburbio de del núcleo urbano de San Roque. Otros, le reconocen por su labor al servicio de músicos de prestigio como Paquito D’Rivera, Pat Metheny o el director de cine Alejandro González. Y obviamente, considero que no existe ningún Jazz-Lover que no identifique a Sánchez en proyectos como Migration entre otros formatos del Pat Metheny Group. Con éste último, ha trabajado desde prácticamente el año 2001 dejando esfuerzos discográficos del calibre del colosal álbum The Way Up publicado en el año 2005. Antonio Sánchez apadrina a su vez proyectos propios como Bad hombre entre otros.
Antonio Sánchez es carácter, creatividad, innovación y expresión intimista en toda su magnitud. Es probable que algún baterista esté leyendo estas líneas, y que desconozca la expresión de Antonio Sánchez en el álbum The Way Up del Pat Metheny Group, una obra altamente recomendable no solo para percusionistas, sino para instrumentistas de cuerda. La primera vez que eyaculé emociones verticales de placer auditivo al escuchar este álbum, fue cuando choqué de bruces contra un trazado cuyo punto de partida tenía lugar en la pieza introductoria a la obra; Opening & Part One en la que halle la representación de capas de ostinato, sabiamente estratificadas y superpuestas unas sobre otras, a diferencia de una de claro per se. Este, es un recurso utilizado frecuentemente por Stravinsky y entre otros, por Don Ellis. La voz ambiental de mazos/ocarina que abre el pasaje camina realmente en un compás de 9/8 repetido, subdividido y con la consecuente entrada de Metheny, que presenta un 15/8, subdividido; ''232 2222'' es notablemente efectivo, ya que el oído tiende a percibir este patrón como un 4/4 sincopado hasta que me di cuenta de que no hay un tiempo sincronizado en 4/4 como el trazado en 16/8. Cuando Lyle Mays y Metheny inician la segunda línea de guitarra, es probablemente donde surge la naturaleza más convencional como parte de uno de los arreglos elementales de la composición, pero sobre el telón de fondo de los dos patrones anteriores, la clave predominante es la sofisticación dado que Lyle se adentra en un patrón de 6/4, subdividido en; 222. La inferencia de la firma de tempo es sutil, pero una escucha atenta revelará un acento agógico de Lyle en el primero de cada uno de sus seis grupos de tempos, sugiriendo el 6/4. La segunda guitarra de Metheny dialoga en un esquema simple de 2/4, pero sin embargo está sincopada compensada con una corchea contra las 3 agrupaciones de Lyle de dos tempos por compás.
Steve Robdy y el magistral Antonio Sanchez confirman el último medidor de "destino" de 15/8, subdividido en; 322 2222; donde aprecié el ligero cambio del patrón de subdivisión 15/8 en la primera subdivisión de guitarra de Metheny, sin embargo, el comienzo de este nuevo 15/8 no se elude dado que hablamos de la sincronización de tempos intensos.
Y es que son un total de cinco entradas discretas que crean capas estratificadas, y a cada capa se le asigna un medidor diferente para superponer sobre la(s) entrada(s) anterior(es) ¿Nos entendemos? Es como colocar ladrillos fabricados de una construcción rítmica mutuamente excluyente, el pulso constante de la corchea sigue siendo el único denominador común para lograr un efecto etéreo cósmico. ¿Y qué tiene que ver el 15/8 subdividido en dos formas diferentes con el 6/4 o el 2/4 o la síncopa? Nada coño. Es simple y llanamente pura creatividad de los compositores sin el empleo de ningún sistema formal que impulse per se. Son estrategias que recuerdan los pasajes dramáticos de Le Sacre du Printemps de Stravinsky donde se emplea un enfoque similar. Probablemente solo haya una marca de tempo asociada con este pasaje en la partitura. El pasaje de repetición hacia a los veinte minutos de transcurso de la pieza elimina las capas estratificadas y se adhiere al 15/8, subdividido 322 2222.
Esto es solo lo que la primera parte de obra expone a modo ''técnico'', porque el resto del itinerario de las dos siguientes fases, es todo un mosaico de riqueza hexagonal en superposiciones, incursiones y matices de pura eficacia como los aportados por el trompetista Conug Vu, resueltos en el estudio de grabación donde se encapsuló el álbum en tan solo dos tomas. Y de la labor del baterista Antonio Sánchez es absolutamente magna, a pesar de la estricta dictadura de Pat Metheny y su habitual y característica percepción de la claridad y la precisión. Sánchez y su habitual ''rompe cocos'' pudo incluir frases de decoración Son Huasteca e inclusive ciertos guiños hacia el Huapango.
En prácticamente toda, absolutamente toda la obra que el mexicano posee y que ha elaborado a lo largo de su recorrido profesional encontramos numeras aplicaciones de inteligentes y acertados recursos de rudimentos desde sus características expresiones imaginativas.
Antonio Sánchez es uno de los número uno en la escena del Jazz, pero a pesar de reconocimientos y numerosos premios sigue siendo para los otros muchos, un perfecto desconocido.
Luis Arnaldo Álvarez (Baterista y Locutor profesional independiente
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