El caso de Kurt Vanderhoof es especialmente único. Viniendo de los USA thrashers 80s, Metal Church, sabe perfectamente cómo discernir y separar su otro gran amor, el classic prog rock. No todos saben. La mayoría caerían en la fácil trampa del metal pro-agresivo. Con los años, he llegado a la conclusión de que es metal de calidad, con algún elemento prog. Dependiendo bandas. Pero no pura sangres. Presto Ballet es un instrumento eficaz para su dueño, desde el 2005. Veinte años después, "Dreamentia" es su sexto álbum. En los 70 había bandas que podían editar más de 10 discos en una década. El ritmo productivo ha bajado porque son otros (jodidos) tiempos. Nunca ha bajado el listón éste grupo. Que se mueve entre el hard prog y el pomp, como pez en el agua. A la guitarra de Vanderhoof, poco solista pero muy, muy rítmica, se le suma en protagonismo la voz de Scott Albright, (a veces con Savatage). Los teclados de Kerry Shacklett tampoco dejan indiferente, si...
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PULSAR - The Strands Of The Future (1976)
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Nada más poner este disco te entran recuerdos de sonidos familiares muy próximos a la electrónica alemana y a esos enormes vacíos cósmicos a la Tangerine-Schulze setentera cruzados con los Floyd del 69 al 71.
La pieza título ocupa una cara de 22 mtos con sus solemnidades sinfónicas que se mezclan con pasajes acústicos y formas para recordarnos que estamos escuchando a una banda francesa inclusive algo similar en esta ocasión a los primeros discos de los alemanes Eloy. Esa especie de scifi analógico de teclados densos y psicodelia sinfonizante recorre pausadamente el surco entre el mellotrón,Solina String Ensemble, órganos colgantes y amables sintetizadores. Suena viejuno que dirían los de ahora y efectivamente bastante oscuro. Las octavas prevalecen sobre las cuerdas y la flauta y guitarra eléctrica aparecen de mitad en adelante. Es una pieza que en realidad no encaja completamente en el rock sinfónico, pero sí bastante en el space rock y en las caleidoscopias sonoras. Termina tímidamente entre sonidos de acústica y flauta pasando de lo radiactivo a lo pastoral e inocente a lo aloe vera. Entonces la duración media de un vinilo venía a ser el promedio de cuarenta mtos distribuidos en ambas caras.
Era habitual que al lado de las composiciones o piezas más robustas se intercalases pequeños temas generalmente de relleno como es el caso de “Flight” (2.41). Es curioso porque su animado comienzo rítmico parece que nos va a dar un mayor desarrollo y todo se queda como en algo inacabado. Recuerdo que me viene a colación esa estupenda pieza de Camel: “Supertwister” que resuelven en 3.20 y es como una escasa tapita de alta cocina o el excelente “The Vultures Flight High” (3.07) de Renaissance que se queda muy cortito y con falta de desarrollo. Quizá son mis manías y de haber sido más largas habrían perdido su encanto lo que también es posible. “Windows” (8.56) es cosa delicada y como un letargo veraniego. Esos enormes letargos de los Pink Floyd con ese órgano suspendido de Wright son una buena referencia. Aquí cantan en inglés y yo hubiese preferido su lengua madre, aunque no lo hacen mal. Tenemos un clásico solo de guitarra onda Gilmour para variar y tranquilidad, mucha tranquilidad para que la flauta exprese esos inofensivos momentos hippiosos entre densas humaredas de maría próximas al bostezo y a la abulia de la vagancia. Tirados en la alfombra entre cojines vistosos, conversaciones sin sentido, risas tontas, pipas de agua y barritas de incienso. El pack completo.
“Fool´s Faliure” (10.20) parece querer rememorar algo entre Crimson-Van Der Graff pero ni lo uno ni lo otro. El sinte solo de aquí no encuadra en esas bandas y afortunadamente les da más originalidad, aunque la pesadez mellotrónica nos lo recuerde. La guitarra solista ofrece otro discurso diferente, pero aun así la dinámica sigue los pasos del “Lizard” peligrosamente, incluso los derroteros de sus compatriotas Ange en algunos pasajes. Más flauta para aligerar la carga y vuelta a Van Der Graaf. Siendo generoso no está nada mal. Al final graban unos soniditos de máquina de escribir, el timbre de casa y cuando suena el mellotrón de nuevo puede que se haya ido al servicio a meditar.
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