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Puppenhaus – Jazz Macht Spazz (2009)

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 Una bestialidad de álbum que emerge de lo profundo del suelo para deleite de todos los amantes del Jazz Rock más desenfrenado e irreverente. Alemanes de pura cepa, gestores de los ritmos más intensos, vibrantes y creativos van entregados en copas de LSD mostrando su talento a tutiplén con una puesta asombrosa con mucho Crimson, con mucho Zappa, con mucho Colosseum. Cuna de la fecundidad progresiva en cuestión de arreglos. Entonados tributos de latón/bronce que hacen el viaje suculento. Flautas que cohabitan con los saxos dando ramalazos al cuerpo y el sabor dulce del ácido y el eclecticismo más puro logran producir al cuerpo una sensación muy cercano al éxtasis profundo, llámenlo "orgasmo máximum". Jazz Macht Spazz es una de esas obras que logran desprender virtuosismo de cabo a rabo Entre nosotros tenemos una exquisita obra maestra compuesta por una performance esmeradísima en donde se aprecian 3 puntos bien marcados: 1) Cambios de ritmos, 2) Arreglos virtuosos y 3) Pasajes

ALLAN HOLDSWORTH - Road Games (1983, Warner Bros)

Durante la segunda mitad de los 70, y más concretamente entre el espacio que comprenden los años 1976 y 1978, Allan Holdsworth fue considerado como uno de los creativos guitarristas más aventajados dentro de la fusión jazz y los movimientos instrumentales dentro del rock experimental. Sus brillantes colaboraciones con músicos de renombre como Jean Luc Ponty o Bill Bruford se convirtieron en una carta de presentación más que valida para su emergente carrera en solitario. 



Aun así, en 1976 se edita un álbum firmado por Holdsworth que podía haber dado al traste con sus sueños de gloria tras las seis cuerdas. Velvet Darkness es el borrón en un expediente que aún se estaba por escribir. Un disco flojo y sin concreción alguna, igual que un juego absurdo mal digerido. A excepción de una parte acústica salvable, el resto carecía de encanto alguno. Allan siempre aseguro que jamás debían de haber salido a la circulación dichas grabaciones, ya que eran simples ensayos.


El guitarrista montó entonces junto a Bill Bruford, Eddie Jobson y John Wetton los UK, consiguiendo así formar uno de los considerados como últimos bastiones del rock progresivo clásico de los 70. Aunque el verdadero lanzamiento bajo su propio nombre, Allan Holdsworth, no llegaría hasta el momento en que inicia camino junto a otros dos instrumentistas ingleses: el baterista Gary Husband y el bajista Paul Carmichael. Sería acompañado de ellos con los que Allan editaría I.O.U., un trabajo que abre nuevos caminos para la por entonces naciente fusión moderna, escarbando en las arenas de la en ocasiones encorsetada guitarra eléctrica. Un disco excelente que únicamente cojeaba en el campo vocal. Muchos seguidores del género y del guitarrista no entendieron la participación de Paul Williams tras el micrófono. Sin embargo, y aunque para algunos el ex Tempest no lograba estar a la altura en cuanto a lo que el trabajo vocal se refiere, la grabación posee verdaderos momentos de genialidad sobresaliente en ese punto en el que lindan el jazz y el rock progresivo.


Seguramente pocos podrían imaginar que aquel jovencito mañoso ante la guitarra, amante confeso del trabajo realizado por maestros clásicos del jazz como Django Reinhardt, Charlie Christian y John Coltrane, terminaría convirtiéndose en uno de los nombres sin el cual no podríamos hablar del neo jazz o jazz fusión. Road Games es el tercer paso de esta caminata en solitario, un álbum que llegaba tras un claro intento por parte de su autor de demostrar a la industria que podía moverse como pez en el agua en los más diversos movimientos musicales. 


Y bien claro lo había dejado, sobre todo gracias a colaboraciones en redondos de compañeros como Gordon Beck o Bill Bruford, sin olvidarnos de lo que un año antes había sido su segunda obra en libertad, aquel aclamado I.O.U. Así que, para seguir regenerando la corriente, Holdsworth se sumerge en un Road Games en el que presenta en bandeja de plata todas las influencias de las que ha podido beber a lo largo de aquellos interminables días de carretera.



Además, e intentando darle un aspecto más colorista al disco –musicalmente hablando–, el guitarrista invita al festín a la crema de la crema: Jeff Berlin, Jack Bruce, Chad Wackerman, Paul Korda y Joe Turano, amigos que, junto a Allan y a su por entonces mano derecha Paul Williams, graban un elepé a la altura de las circunstancias. Aun así, y como para gustos están los colores, algunas voces se alzaron para criticar cierta falta de originalidad, una pérdida de frescura que parecía apoyarse en la facilidad que ofrece el contar con una plantilla de tan prestigiosos músicos a la hora de elaborar y reproducir nuevas canciones. En cualquier caso, Road Games ha quedado en la historia de este guitarrista como una de las primeras joyas en solitario sobre las que construyó su precioso palacio de cristal jazzístico.

Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com

 










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