HORSLIPS - The Book of Invasions / A Celtic Symphony (1976 / DJM)
Siguiendo en la línea de mi positivismo natural y alegría optimista observo con disfrute y sana malicia como el incierto tiempo presente va triunfando en las cosas malas que suceden a una velocidad que casi se nos hace difícil de gestionar, pero también nos ofrece un retorcido sentido del humor para explayarse con entusiasmo en el sarcasmo y la burla. Como vengo recomendando cada semana algunos pensamos que aislarse casi por completo ya es una necesidad básica y un descanso absoluto por agotamiento del nervio vago y crecimiento inusual de los testículos. Entiendo también que el sadomasoquismo tiene mucho tirón y un fuerte arraigo cultural en las costumbres. Eso siempre se disfruta. La relación humana carga muchísimo y de seguir corres el peligro de volverte más idiota si cabe de lo que muchas veces ya somos.
Sea como fuere, hacer música acaso deviene como una actividad extraña. Raro es incluso. Cuando uno pasa de los 70 años la vida ya no se ve de la misma manera. Si me permitís el exabrupto y salida de tono, a mi edad ya solo estamos para hacer lo que nos salga de los huevos liberados por completo de la opinión ajena y la estúpida necesidad de agradar a nadie. Nada se debe tomar en serio. Las cosas ya deben hacerse sin esperar recompensas ni vítores ni halagos. La música inteligente debe tener esa actitud. Si decides hacer rock progresivo, música clásica o cualquier cosa mínimamente interesante acepta que estás solo. Más solo que nadie. Esto es una realidad seca. Me consta que hay gente que sigue componiendo y haciendo música en el ámbito personal que jamás verá la luz exterior. La gente que sigue sacando discos, la mayoría de las veces auto-gestionados incluso todavía anhela en un inocente deseo idealista que su obra se escuche y se aprecie. Siento decirlo, pero al final todo es una pérdida de tiempo y trabajo.
A día de hoy la cultura no interesa ya a casi nadie y cuanto antes se dé uno cuenta de ello mucho mejor. La mayor aspiración y meta actual de hoy es llegar a ser un influencer neoliberal libre de pagar impuestos con muchos likes de todo lo superficial falso y grotesco de esta vergonzosa y ridícula vida moderna. El objetivo: vaciar de contenido todos los cerebros. Fantástico. Perfecta vía para la extinción.
Como reducto galo, estas páginas se encargan de que esa poca gente con inquietudes de a conocer su trabajo. Algunos debemos respetar ese entusiasmo, diría que esa necesidad de expresar incluso a sabiendas de que probablemente serán una inclusión más en la lista del olvido.
Cualquier actividad cultural hoy es como hablar solo en el desierto y tener enfrente el desinterés completo hacia todo lo que sea ejercitar la mente y el pensamiento. Aun así, no seré yo quien les quite la ilusión, aunque en lo personal carezca por completo de ella. Hacer música es un acto de valentía y de libertad y de resistencia y así debe ser.
Si nos damos cuenta gran parte de la música progresiva actual registrada son proyectos personales. Discos solitarios. Un solo músico hace todo y con suerte alguien colabora.
Lo fascinante del asunto es lo siguiente: A muchos la música que se hace en la actualidad nos resulta aborrecible, algo deleznable. ¿Qué ocurre? Que uno decide hacer su propia música porque la de los demás no le gusta. ¡Hostias que desafío! Que prepotencia dirán. Entonces uno se aplica en aprender, en mejorar, en conocer los secretos de la técnica musical. Cierto es que las nuevas tecnologías nos lo ponen más fácil. Algunos incluso se atreven a dar a conocer su trabajo. Ingrata decisión que no recomiendo. Pero adelante. Si además les dices que en tu ordenador hay cientos de horas de música grabada por ti te tratarán de loco chalado o como mínimo de gilipollas engreído. Lo cual me encanta.
Teclistas como Paolo Botta están probablemente en esa liga de entusiastas. Mucha gente ya hace música en el reducto domiciliar. La mayoría para aislarse seguramente.
Tan solo tiene dos trabajos este señor que ha sabido rodearse de gente muy preparada para desarrollar su creativa y excelente música. Composiciones de alto nivel y riqueza argumental sonora. En lo personal me alegra mucho encontrarme con gente así. Músicos de verdad que saben despertar el interés y se preocupan porque la gente escuche música inteligente y rica en matices.
Las composiciones de “1000 Autumni” de 2011 son un vergel creativo de progresivo sinfónico de cámara con claras influencias al modernismo clásico, al jazz orquestal y a compositores de “verdad”. Solo para gente que aprecie la música compleja, lírica, imaginativa y creativa. Si eres amante de las complejidades canterburianas, del lado fascinante de la vanguardia y de las bandas clásicas y complejas de los 70´s esto es para ti y no lo dudes lo más mínimo. Lo que produce sana envidia y además emociona, siempre me alegran los escasos momentos del día en que estás ausente del ruido exterior. Desde hace años yo ya solo escucho la música con cascos. No te despistas de la audición y además no molestas a nadie. La experiencia individual completa. La música al aire por altavoces siempre acaba molestando. Todo lo externo a uno mismo acaba siempre molestando. He llegado a odiar incluso los conciertos que antaño tanto me gustaban.
“Insolubilia” de 2021 es la otra joya que completa el par. Le acompañan una auténtica orquesta de cámara de cerca de treinta participantes. Desconozco si esto se ha hecho en estudio de forma presencial o gracias a las tecnologías todo es vía digital de cada uno en su casa y luego te lo mando y lo mezclas. Probablemente lo segundo.
Lo bueno de estos trabajos y de esta forma de música es que puedes escucharla innumerables veces porque además lo pide y es necesario. Tal es la riqueza contienen estos dos trabajos que uno se empequeñece y se alegra. Una cura de humildad. La música y la composición de Paolo Botta son extraordinarias. Pocas son las veces que yo halago algo de forma rotunda e incondicional. Si hubiese más gente que optase por esta forma de composición musical sería maravilloso. Pero es sumamente difícil encontrarte a día de hoy con algo tan bueno. Cualquier cosa que añada está de más. Música de verdad.
Alberto Torró
Hola Alberto, me encanta leer tu columna, ando por los 72 y comprendo perfectamente tu actitud ante la vida en general y este.presente en particular, conclusiones similares sobre las expectativas de un futuro que se vislumbra sombrío y pesimista. Aún así, y aunque vivamos en sociedad, somos primeramente individuos y creo que como tales debemos crecer y desarrollarnos para irnos de esta vida en mejores condiciones espirituales que con las que llegamos, ser realistas pero también idealistas con respecto a nuestro rol en la vida para con nosotros mismos. Y como bien decís, sin que importen opiones ni ideas ajenas, cada uno es dueño de su propio destino de acuerdo con las condiciones con que cuenta
ResponderEliminarHola Alberto, me encanta tu columna, coincido con tu visión sobre este presente y la manera en que la expresás. Ando por los 72 y comprendo perfectamente todo lo que exponés, es bueno saber que somos más de uno los que vemos las cosas de manera similar.
ResponderEliminarAún así, y aunque vivamos en sociedad, somos individuos y creo que como tales debemos aspirar a irnos de esta vida superándonos a nosotros mismos, al entorno y a esta realidad sombría.
Buenísima la música compartida.
Un afectuoso saludo.
(No son errores de ortografía, escribo.como hablamos acá)
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Muy interesantes reflexiones, que también comparto desde mis 70, y estupenda música que desconocía por completo. Gracias por descubrirnos esta y mucha más.
ResponderEliminarGracias. La verdad es que me gusta escribir y no solo de música. Lo cierto es que la conexión de lo mejor de las personas con lo mejor de la música hace que el concepto humanista no lo perdamos del todo. Al menos que la vida sea menos mala y que seamos mejores. Un saludo y gracias nuevamente.
ResponderEliminarEs un alivio saber que los redactores ya pasan de los 70 añazos, como si no entender que la música no tiene vuelta atras y que es una M, pero a la vez no faltar a la cita inexcusable de contarnos el artazgo a diario o semanal o mejor, periodicamente. Así me gusta!
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