A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello. Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...
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PULSAR - Pollen (1975)
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Este quinteto francés se crea en Lyon en 1971 cuando las diferentes bandas prog galas empezaban a desarrollar las curiosas músicas y tendencias que arrasaban el panorama mundial de entonces.
Lo extraño del caso es que casi fue una moda que logró penetrar en los oídos de los que entonces éramos muy jóvenes. La ventaja de haber vivido aquello al menos para mí, es poder hablarlo hoy sin los mitos y las excesivas emociones que se han vertido sobre este legendario estilo tanto positivas como negativas. Los que estuvimos allí no lo vivimos como nada especial y tampoco con el fanatismo posterior creado en los prog rockers de las generaciones que nos han sucedido. Para nosotros que se hiciese aquella música novedosa nos parecía normal. Era lo lógico, pues ya teníamos el oído acostumbrado a la década de los sesenta. La buena música era lo cotidiano y para nada extraño. Puede sorprender esto, pero en buena parte así fue. Incluso en los llamados singles de éxito comerciales podías encontrar mucha mejor música de la que en términos generales se hace ahora.
El desapasionamiento es un fenómeno que aparece con la edad. El hecho de llevar prácticamente toda la vida escuchando música acaba por completo con el “factor sorpresa”. Recuerdo abrir nervioso cualquier vinilo a mis 18 años y la rutina previsible de ahora. Dos mundos. Luego está la seguridad de que cualquier cosa de hoy o es repetición o es una mierda. Conforme envejeces valoras la importancia de lo esencial y lo importante que es deshacerse de lo inservible. Esto lo aplicas a todo naturalmente porque vivir cansa muchísimo tanto física como mentalmente.
Pulsar son bastante diferentes. Aunque se les suele catalogar como symphonic prog yo diría que hay otros elementos que cobran más importancia en su música como pueda ser el llamado space rock y la primigenia psicodelia floydiana acercándose incluso a veces al kraut germano en su lado más disciplinado y menos loco. Luego está la cuestión de que su música generalmente es tranquila y pausada. En sus discos no hay excesivas prisas ni carreras contra reloj. Una sensación de calma y placidez es la que encontramos en este su primer trabajo. Música para estar cómodo. La languidez se reparte en una fina interpretación entre los finos teclados de Jacques Roman, las acústicas de Gibert Gandil y la crimsoniana casi algo caravanera flauta de Rolland Richard más una tranquilona sección rítmica que apenas remonta en vuelos y mantiene un swing agradable todo el rato. El ambiente es entre hippioso y descriptivo y naturalmente suenan muchísimo a los mejores Floyd de 1969-1970 en su lado más melódico. Su música tiene una sensación nostálgica y placentera poco apta, nada diría, si te van los trallazos rock.
En definitiva “Pollen” se escucha como escuchas un arroyo, con sus efectos space, su pausado tempo, su toque sych, sus detalles a veces algo experimentales como en “Le Cheval de Syllogie” o los sinfonismos retro y cadenciosos de la suite “Pollen” de 13 mtos. Un trabajo absolutamente agradable y encantador con el cual solo debes dejarte llevar.
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