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EL PROGRESIVO DEL SIGLO XXI -1: Cyan - Magenta

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 A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello.  Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...

ALLAN HOLDSWORTH - Road Games (1983, Warner Bros)

Durante la segunda mitad de los 70, y más concretamente entre el espacio que comprenden los años 1976 y 1978, Allan Holdsworth fue considerado como uno de los creativos guitarristas más aventajados dentro de la fusión jazz y los movimientos instrumentales dentro del rock experimental. Sus brillantes colaboraciones con músicos de renombre como Jean Luc Ponty o Bill Bruford se convirtieron en una carta de presentación más que valida para su emergente carrera en solitario. 



Aun así, en 1976 se edita un álbum firmado por Holdsworth que podía haber dado al traste con sus sueños de gloria tras las seis cuerdas. Velvet Darkness es el borrón en un expediente que aún se estaba por escribir. Un disco flojo y sin concreción alguna, igual que un juego absurdo mal digerido. A excepción de una parte acústica salvable, el resto carecía de encanto alguno. Allan siempre aseguro que jamás debían de haber salido a la circulación dichas grabaciones, ya que eran simples ensayos.


El guitarrista montó entonces junto a Bill Bruford, Eddie Jobson y John Wetton los UK, consiguiendo así formar uno de los considerados como últimos bastiones del rock progresivo clásico de los 70. Aunque el verdadero lanzamiento bajo su propio nombre, Allan Holdsworth, no llegaría hasta el momento en que inicia camino junto a otros dos instrumentistas ingleses: el baterista Gary Husband y el bajista Paul Carmichael. Sería acompañado de ellos con los que Allan editaría I.O.U., un trabajo que abre nuevos caminos para la por entonces naciente fusión moderna, escarbando en las arenas de la en ocasiones encorsetada guitarra eléctrica. Un disco excelente que únicamente cojeaba en el campo vocal. Muchos seguidores del género y del guitarrista no entendieron la participación de Paul Williams tras el micrófono. Sin embargo, y aunque para algunos el ex Tempest no lograba estar a la altura en cuanto a lo que el trabajo vocal se refiere, la grabación posee verdaderos momentos de genialidad sobresaliente en ese punto en el que lindan el jazz y el rock progresivo.


Seguramente pocos podrían imaginar que aquel jovencito mañoso ante la guitarra, amante confeso del trabajo realizado por maestros clásicos del jazz como Django Reinhardt, Charlie Christian y John Coltrane, terminaría convirtiéndose en uno de los nombres sin el cual no podríamos hablar del neo jazz o jazz fusión. Road Games es el tercer paso de esta caminata en solitario, un álbum que llegaba tras un claro intento por parte de su autor de demostrar a la industria que podía moverse como pez en el agua en los más diversos movimientos musicales. 


Y bien claro lo había dejado, sobre todo gracias a colaboraciones en redondos de compañeros como Gordon Beck o Bill Bruford, sin olvidarnos de lo que un año antes había sido su segunda obra en libertad, aquel aclamado I.O.U. Así que, para seguir regenerando la corriente, Holdsworth se sumerge en un Road Games en el que presenta en bandeja de plata todas las influencias de las que ha podido beber a lo largo de aquellos interminables días de carretera.



Además, e intentando darle un aspecto más colorista al disco –musicalmente hablando–, el guitarrista invita al festín a la crema de la crema: Jeff Berlin, Jack Bruce, Chad Wackerman, Paul Korda y Joe Turano, amigos que, junto a Allan y a su por entonces mano derecha Paul Williams, graban un elepé a la altura de las circunstancias. Aun así, y como para gustos están los colores, algunas voces se alzaron para criticar cierta falta de originalidad, una pérdida de frescura que parecía apoyarse en la facilidad que ofrece el contar con una plantilla de tan prestigiosos músicos a la hora de elaborar y reproducir nuevas canciones. En cualquier caso, Road Games ha quedado en la historia de este guitarrista como una de las primeras joyas en solitario sobre las que construyó su precioso palacio de cristal jazzístico.

Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com

 










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