A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello. Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...
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JACK DEJOHNETTE - New Directions (1978 / ECM)
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Ya tardábamos en dar malas noticias. Se nos ha ido el grandísimo John Abercrombie. Guitarrista que supo acercar el rock al jazz como nadie en los 70. Y con un estilo muy tradicional, a la vez que modernizado. Era muy particular, éste músico. Desde su salida de la Berklee School of Music en los 60, fue elemento decisivo en el devenir del jazz rock más serio. Ya fuera acompañando a Johnny Hammond, Billy Cobham, Chico Hamilton, Gato Barbieri, Jeremy Steig, Gil Evans o su posterior carrera en solitario.
Con Jack DeJohnette colaboró estrechamente, con el grupo New Directions o como Gateway. He elegido éste disco en particular y no uno de él en solitario por gusto personal. Da lo mismo, Abercrombie se entregaba igual aunque en la portada del disco no figurara su nombre.
Cuánto bien hizo el sello ECM a todos los que entramos en el jazz con los "más rockeros" , vía Corea, McLaughlin, Beck o DiMeola. En éste "New Directions", álbum histórico, además del líder en la batería y piano, estaban Lester Bowie a la trompeta, Eddie Gómez al bajo y por supuesto John Abercrombie a la guitarra (y mandolina).
"Bayou Fever" (8'40) comienza ésta sesión, grabada en el Talent Studio de Oslo en 1978, con un relajado clima ambiental grupal. Abercrombie juguetea con las melodías de Bowie, mientras bajo y batería hacen lo propio por su lado. A pesar de los dos frentes, todo encaja en un completo entorno armónico. Las intervenciones de Abercrombie son continuas, pero no interfieren para nada a las del resto, sino que se retroalimentan unos a otros en alegre desarrollo.
"Where or Wayne" (12'27) marca un fuerte sello Miles Davis desde el comienzo. Lester Bowie se sale en sus fraseos, bien apoyado en todo momento por Abercrombie, que aquí demuestra su devoción por el gran Jim Hall. DeJohnette y Gómez están en continua conversación, amena, amistosa y de inteligencia melódica prodigiosa. Los cuatro por las nubes, pero la guitarra se les va del pelotón en más de un momento, haciendo escapadas legendarias.
La cara B da inicio con "Dream Stalker" (5'56) composición atribuida a todo el cuarteto. Es una experiencia "psicodélica", sobre todo por la guitarra de Abercrombie. También por las etéreas formas volátiles de la trompeta, en la línea de Palle Mikkelborg.
"One Handed Woman" (10'50) también es autoría de toda la banda, siendo el resto composiciones de Jack DeJohnette. Aquí el frenetismo coltraniano toma forma, en una carrera desbordante en sentimiento a cada semifusa. Sensacional Eddie Gómez (qué buenos trabajos con Bill Bruford), bien cubierto por esa bestia parda de las baquetas llamado Jack DeJohnette. La primera parte de la pieza es de reinado rítmico. Mientras que en la segunda es Bowie / Abercrombie quienes ganan la mano, en un tira y afloja de inspiración magnífica. Con un decreciente fader en el que canturrean el título acompañados de palmas, los muy cachondos.
Finalmente, y quiero resaltarla a modo de homenaje, "Silver Hollow" (8'23) es una preciosa balada bluesistica introspectiva. Con pinceladas pianisticas de Jack al más puro estilo Jarrett. Y susurros de la trompeta a la Miles Davis. El maestro de las seis cuerdas interviene con el tema bien entrado, dotando a la pieza de sobriedad, ternura y ágiles y espasmodicos pellizcos de genialidad. Es claramente su estilo, no hay duda. Se le unen el resto resolviendo una bellísima postal llena de intimismo y reflexión. Un bello epitafio. No será olvidado el neoyorkino. Nos queda su magistral obra para deleite y admiración de futuras generaciones.
Uno de mis favoritos.
J.J. IGLESIAS
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