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EL PROGRESIVO DEL SIGLO XXI -1: Cyan - Magenta

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 A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello.  Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...

ZEUHL: SCHERZOO VOL 4 (2018)

 Curiosamente y es algo que no suele ser habitual, la discografía (por el momento) de esta agrupación dirigida por el francés François Tollot, evoluciona de mejor manera que comienza. 


En el mundo de la música generalmente hay una curva ascendente que desciende de igual manera. Desarrollo de ideas-cumbre-decadencia. Este sencillo esquema se puede aplicar generalmente a casi todo el panorama del rock en general y en un sentido más amplio a prácticamente todo lo que podemos denominar música “moderna” o contemporánea. Evidentemente esta apreciación no sirve para los denominados “fans” de lo que sea que llegado el momento no distinguen lo bueno de lo malo. Da igual. Es él ídolo o sus ídolos musicales y el sentido crítico desaparece. La importancia de la “objetividad” en música puede conseguirse con la edad y la experiencia, pero nunca con la emoción. Estado éste que termina por obnubilar la mente. La música, al igual que cualquier otra adicción, puede convertirse en “mono tema” y en una auténtica obsesión. Centrar la vida en un único camino o en una actividad que ocupe la práctica totalidad de la vida es tan demente como creer en un dios personal. He repetido en multitud de ocasiones que todo arte y la música como tal es pura evasión. Una forma de amortiguar el sinsentido de la vida. Pero de ahí a hacer una “creencia” o una forma de vida va un trecho. En la música, como en otras artes, buscamos un aliciente, un impulso. En términos generales sería motivación siempre y cuando no acabe siendo un culto o una religión. El desapego es importante en todo.


Cuando hablamos de “zeuhl” término con la misma pedantería que “rock en oposición” o “symphonic rock” y en este último los clásicos usarían un creativo cinismo y velada sonrisa, estamos afirmando una necesidad de evasión. La música al igual que la gastronomía intentan hacernos la vida más agradable y en ambos casos está “lo sabroso y sugerente” o por el contrario lo “insípido y aburrido” y casi siempre lo burdo y superficial. Los que me seguís en estas “divagaciones musicales” y hasta a veces filosóficas comprobareis la importancia que doy a lo “entretenido” y fundamentalmente al concepto “melódico”. Llegados a un punto hay una escala de valores que dependerá del camino recorrido de cada uno.       


 Scherzoo 4 se centra en un trabajo que mejora el camino del anterior volumen. Han refinado las aristas anteriores y a la música le han dado “un sentido” más agradable a las composiciones que transcurren más plácidas. Algo así cuando Soft Machine se tornaba feliz y melódico y huía de sarpullidos experimentales para que Elton Dean agotase el número de escalas y estridencias. Suelo referirme al Canterbury y a Zappa en muchas ocasiones porque siempre tenían la capacidad de irritarte o excitarte en franca controversia. Oigo los teclados en este cuarto volumen de Scherzoo y relaciono todo lo anterior. Los temas son más concisos, más cortos, pero también más centrados evitando paja y atascos anteriores. Para una escucha inteligente se agradece. 

Alberto Torró


 







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