A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello. Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...
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FAR EAST FAMILY BAND - Parallel World (1976, Nippon Columbia)
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En la trayectoria de un músico tan conocido y respetado mundialmente como Kitaro (nombre real: Masanori Takahashi) su breve estancia en un grupo como Far East Family Band pudiera parecer mera anécdota para curiosos y melómanos. Sin embargo, merece la pena destacar los tres primeros elepés del proyecto como obras dignas de reivindicación al margen de otras consideraciones. Aglomerados inicialmente bajo el apelativo Far Out –sin Takahashi– en 1972, esta asociación de japoneses en pos de la experimentación firmaba en 1975, ya como Far East Family Band, lo que se considera uno de los pináculos de la música rock nipona: Nipponjin. El vinilo, continuación de un primer y esclarecedor The Cave Down To Earth –entre espacial y psicodélico–, demuestra cómo las referencias a la música de unos Tangerine Dream y unos Pink Floyd se pueden perfectamente entremezclar sin viciar un particularísimo estilo.
Su inspiración para el siguiente Parallel World (1976) procede de varios lugares y estilos. Por una parte, se agarran a la psicodelia de los primeros Pink Floyd y su gusto por los largos desarrollos, mientras que con la otra mano tocan el space rock de unos Hawkwind, destacando siempre el papel desempeñado por los teclados, remedando de manera extraordinaria la labor de Vangelis. Los dos primeros temas del álbum (“Metempsychosis” y “Entering – Times”) optan por un sonido hipnótico, con referencias muy sutiles a la música japonesa, apoyándose en cadencias casi tribales generadas por el baterista Shizuo Takasaki. El predominio instrumental es palmario a lo largo de todo el elepé.
En “Kokoro”, tercero de los cuatro temas en los que se estructura el disco y de comienzo y desarrollo casi new age, vibra la voz de Fumio Miyashita como surgida de algún punto indeterminado del espacio mientras la banda se va transformando en unos Pink Floyd del lejano Oriente. A pesar de tratarse de un trabajo de estudio, es evidente el carácter improvisado de gran parte de Parallel World. Dicho planteamiento fluye como una catarata en el extenso tema título, con aproximadamente treinta minutos de psicodelia, texturas electrónicas, mensajes ácidos y juegos con el estéreo.
A pesar de alcanzar la madurez como grupo con Parallel World, únicamente editarían un disco más, un Tenkujin con el que se despedirían como conjunto en 1977. Aquí se pone punto y final a la trayectoria del combo. Los prolegómenos a este álbum fueron los que siguen: Kitaro entra en conflicto con el resto de componentes en la lucha por el camino a seguir por Far East Family Band. Habían conseguido acercarse con Parallel World a la experimentación electrónica de Klaus Schulze, y eso era algo en lo que Kitaro quería continuar investigando. El resto de miembros deciden volver a los orígenes, a intentar ser la réplica de los Pink Floyd llegada desde el País del Sol Naciente. Kitaro no llegaría a grabar Tenkujin y el disco terminaría siendo una despedida ciertamente agridulce.
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