A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello. Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...
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HERBERT F. BAIRY - Traumspiel (1979 / SANDRA)
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Nunca digas que ya lo sabes todo sobre rock alemán 70s. Pues es fuente inagotable de obras curiosas, investigadoras, experimentales y un zoológico de rara avis en general.
El único disco de Herbert F. Bairy (seudónimo de Ferdinand Forsch), corresponde a la categoría de ésos vinilos de culto que tanto buscan coleccionistas veteranos, cuando creen que ya lo tienen todo conquistado. Herbert se encargaba de percusión, batería, piano, zither, vientos, harmonium, voz y ruidos (electronics?). Le acompañaba Bern Konrad al saxo, clarinete, flauta y contrabajo. Además ayudaban un buen plantel de invitados a los sintetizadores, guitarras y demás instrumentos de procedencia rock.
En su inicio, "Traumspiel" (13'48) nos ofrece el trip en bandeja a un nivel onírico digno de Amón Düül II cerca de "Phallus Dei" o "Yeti", esto es, diez años antes. De hecho uno de los puntos positivos de éste álbum es el atrapar aquellas primitivas esencias abstractas, cuando el movimiento ya estaba agonizando o completamente inmerso en la maquinaria mainstream. Fantasmales voces femeninas, ritmos hindúes y etéreas percusiones....lisergia folk y mística de envoltorio abierto a sugerencias. Como una versión kraut de Música Dispersa. La electrónica se muestra tímida pero presente, como un arreglo dentro de un mantra instrumental que en su final proyecta excelente guitarra eléctrica, que recuerda a Conny Veit (Gila). El sprint final toma rock ácido de Jefferson Starship, sí, en un contexto más rockero. Por último vuelve a su primera exposición, a base de dispersión electroacústica de alto rango.
"Runnin" (7'39) es como una acalorada jam entre bajo/percusión/ batería al estilo de Stomu Yamashta. En clave jazz rock hipnótico y conexiones étnicas con Embryo, sumando una fantástica guitarra a la John McLaughlin, y saxo / trompeta como si Wayne Shorter y Miles Davis se unieran a una fiesta de enloquecido vudú jazzistico. Todo con el hilo conductor de un bajo-locomotora que precipita a la alucinación colectiva del resto.
Vuelta al vinilo para obtener un "Lady Ollala" (14'40) denso en aquelarre de gilmourianas danzas febriles alrededor del fastuoso fuego brujeril. Susurros femeninos ayudan a proyectar ésta oscura fotografía goyesca mientras electrónica y saxo, en un entretejido de acústicas, nos lleva a pasajes de paz interior dignos de Jan Garbarek. Dicen que la denostada new age fue un modo de amaestrar a la bestia kraut.....sin duda. Al menos el sonido ECM también salió de las mismas fuentes, con mejores / mayores aspiraciones creativas. Quiero decir que no todo lo que derivó del kraut, (new age, EDM, techno, trance, celtic-sopor.....), fue horrendo. Ésta es una pieza-puente que perfectamente podría haber salido de la ECM Factory de artistas como Shankar, David Darling, Ralph Towner, Jack DeJohnette o Zakir Hussain.
Finalmente "Redpeter's Dream" (3'25) vuelve a los abstraccionismos amonduulianos del comienzo, con su improbable rítmica matemática imprecisa e improvisada, que desafía dimensiones desconocidas con estimable fortuna. Herbert F. Bairy creó un puñado de música que lanzó al espacio para que vagara eternamente, sin preocuparse cual sería su puerto o si tendría fin.
Quizá en su día creyó que sí, que era de existencia limitada.....y por eso no continuó aventurándose por stargates sonoros que tan bien se le daban. Internet ha probado que aquellas músicas olvidadas tienen un sitio permanente para el avispado oyente que sepa encontrarlas. Recomendado artefacto para avezados escapistas mentales, ávidos de emociones distintas.
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