A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello. Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...
Tras el excelente Cordon Bleu, los tiempos que corren en 1977, se van a notar considerablemente en este su cuarto álbum en estudio. Los vericuetos instrumentales que los habían definido (a su manera) se convierten ahora en elegantes canciones de fusión prog ya encaminadas a la estandarización y a no complicar mucho el oído. Un poco como les pasó a los Chicago del volumen VII, que es un disco agradable, con alta calidad musical, pero destinado a oídos fáciles. Parecen ahora los Spyro Gyra y su jazz de lux o incluso los Shakatak y sumando a los italianos Nova que resuenan por ahí y también quieren acercarse algo a los Return To Forever más asequibles y comerciales.
Conforme escuchas pareces adivinar cada paso de la composición en un armazón completamente previsible y mucho más evidente para los que han oído el suficiente jazz-rock con todos sus trucos rítmicos y cortes inconfundibles. Ojo está muy bien hecho, con una corrección propia de músicos muy profesionales que lo son sin duda. Pero olvídate de sorpresas y emociones imprevistas que es lo que separa la música rutinaria de la chispa inesperada que acapara la atención. Es un disco de “fondo” que rellena el espacio sonoro de una habitación, el pasillo, la cocina o los ratos épicos sentado en el trono del WC. Tras los dos primeros cortes que suenan a club de alterne caro, “Sonic Sea” es un bonito paseo floyd-canterburiano-camelero agitado como un cocktail forzado, con Rhodes, string ensemble y sinte bondadoso que tiende a la caricia con alguna rúbrica del saxo. Siete minutillos para fumarte un cigarro sentado y mirando a la ventana.
“Free Inside” se inicia con relax, pero pronto vuelven a motivos funk-fusión totalmente previsibles, aunque por fin el groove del hammond tiene brevemente algo que decirnos y le da cierto carácter y empujón a la pieza que finalmente repite el esquema funk por muchos compases y nosotros mientras esperando algo que no llega. Acordes a la Richard Wright inician la bonita “French melody” con su perfume sinfónico en forma de balada instrumental de cuando Focus se ponían reposados y solemnes. Sencillo y efectivo. “Empty Faces” termina en una canción de rock melódico que apunta entre unos Electric Light Orchestra o unos los Genesis insulsos de los 80. Agradable y de agitar pañuelito y mechero en alto, pero con lagrimitas de cocodrilo. Disco pasable. Alberto Torró
Temas
A1 Give Some More
A2 Carousel
A3 Sonic Sea
B1 Free Inside
B2 French Melodie
B3 Empty Faces
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