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EL PROGRESIVO DEL SIGLO XXI -1: Cyan - Magenta

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 A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello.  Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...

Popol Vuh – Einsjäger & Siebenjäger (1974/Kosmische Musik)

 Entré en cólera berserker el otro día. Cuando leyendo un panfleto digital "pogresibo", alguien se cargaba las últimas producciones de Popol Vuh de los 90 porque "olían a amanecer en Ibiza". Joder, y qué pasa?! Ellos lo inventaron. 



Sin Popol Vuh no existirían muchas tendencias posteriores, incluyendo la new age, el trance, trip-hop y demás melonadas post-snob. Toda la retahíla psych UK 90s les deben inspiración absoluta :

Banco de Gaia, Eat Static (incluyendo la nave nodriza Ozric Tentacles), Optic Eye, Astralasia, Saddar Bazaar, Ship of Fools, Suns of Arqa, Soma, Webcore,  Zuvuya o hasta algunos pasajes oníricos de Porcupine Tree. Todos deberían inclinar el lomo ante la figura efímera del gran Florian Fricke.

Esa falta de respeto no la he visto nunca con Tangerine Dream, aún habiendo hecho barrabasadas mayores. Así que para resarcirme, hoy traigo "Einsjäger & Siebenjäger", quinto álbum de los dioses ethno-kraut, en otra de sus múltiples maravillas. Las reflexivas teclas de Florian Fricke se mezclaban con las preciosas guitarras y percusiones de Daniel Fichelscher. Además de la etérea y élfica voz de la oriental Djong Yun. 

"Kleiner Krieger" (1'04) es algo así como una intro que inspira arcanos recuerdos y ruinas de un esplendoroso pasado. "King Minos" (4'24) destaca a Daniel en su labor de batería.  Tan bueno en el kit como con las seis cuerdas. Florian había dejado su etapa primigenia electrónica (que retomaría), convencido de que con piano y spinetta podía contagiar sensaciones igual de hipnóticas y de otro mundo. No se equivocaba. La guitarra eléctrica se encargaba de umbrales distintos. Nada es al azar. Aunque pueda parecerlo. Belleza natural en acústica transmite "MorgengruB" (2'59). Fichelscher se dobla a la eléctrica y la transparencia apacible de una ilimitada libertad se refleja en toda su positividad.

Fricke usa su magia mística para "Würfelspiel" (3'08), los platos crean irreales efectos que llenan atmósferas,  con una finísima guitarra que embriaga. Y narcokrautiza. Placer anímico cuasi-religioso. La última de las piezas cortas es "Gutes Land" (5'13). En realidad en el CD SPV de 2004 hay dos más,  "King Minos II" (1'55) y "Wo bist Du?" (5'42). Todas necesarias. Pero la última "oficial", la referida "Gutes Land", usa el silencio como otro instrumento. Keith Jarrett en Krautlandia. Sin fecha de caducidad. Nuevamente la guitarra se desdobla y teje telarañas de sueños eléctricos imposibles. De increíble cromatismo kaleidoscópico.

"Einsjäger & Siebenjäger" (19'23) aporta al fin, los cánticos espirituales de Djong Yun. En un entorno del que el sello ECM tomará muy buena nota. Y Mike Oldfield. Una suite de inacabable riqueza emocional. Donde la batería- guitarras del grandioso Daniel Fichelscher se erigen como un anónimo y sorprendente héroe que enaltece toda la obra. 



Ya no se hacen discos así. Música para la limpieza de almas en búsqueda de paz interior. Ya sabemos que de la exterior es imposible. En éste plano no nos dejan. Aunque combos como Popol Vuh intentaron siempre salvarnos de la zafiedad, a base de extraordinarias obras. Independientemente de modas y tiempos. Y la próxima vez, prometo traerlos con algo de los 90. Voto a bríos.

J.J. IGLESIAS


 
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