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EL PROGRESIVO DEL SIGLO XXI -1: Cyan - Magenta

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 A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello.  Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...

Scott McGill Michael Manring Vic Stevens – Addition By Subtraction (2001)

 Muchos nostálgicos de Allan Holdsworth aposentados en la  prudencia emergente se regocijan en los efluvios de Scott McGill, uno de los revolucionarios del Jazz de vanguardia más destacados que trajo consigo la dislocada década de los noventa. Otros prog lovers encontrarán en Echolyn respuestas a las preguntas planteadas por Finneus Gauge en aquellos tiempos que portaban en su mochila el eco de UK entre otras socorridas comparativas.



En el año 1997 a Scott McGill se le hubiese asociado perfectamente con Bill Connors rindiendo el mejor de sus tributos a Holdsworth a la hora de sumergirnos en su álbum debut; The Hand Farm que el sello Mellow Records nos puso al alcance de nuestras manos en la hora más bendita. 

La obra, dotada de frases de acordes y estructuras sobre un amplio despliegue de legatos recordaban entre otros al anteriormente mencionado Bill Conors, pero el virtuosismo con el que explotaba las composiciones de álbum el propio McGill nos embauco logrando admirar su concesión espiral y expansión efusiva del Jazz y la Fusión de carácter retro innovador hacia la senda de lo inadvertido por la que como McGill han transitado otros muchos guitarristas que durante la recta final de los años noventa suponían una gran amenaza para la renovación de estridencias omnipresentes en el carácter más tedioso de la vanidad protagonizada por esa otra variante de artistas que por normativa industrial ocuparon como de costumbre el posicionamiento indebido. 

McGIll y su inconfundible quema de trastes en modos Holdsworthianos nunca anteriormente escuchados, había emergido en una escena en las competencias eran sinónimo de respeto y donde cada artista sencillamente manifestaba devota pasión por la el discurso propio, sin renegar de influencias vitales. 

Su forma de interpretar se centraba en alertar los oídos de los curiosos dada su inesperado y original sentido matemático que inclusive fue mucho más allá de Shawn Lane. Pero a pesar de que previamente a la edición de esta obra existen dos trabajos de gran enjundia innovadora, el sello de McGill quedó impreso en el olfato de productores como Neil Kernon, David Torn, el teclista Jordan Rudess y los bajistas Michael Manring o Percy Jones. Su década de estudio con Dennis Sandole, profesor de eminencias como; John Coltrane, James Moody, McCoy Tyner, Jim Hall o Pat Martino trajo sobresalientes frutos de provecho entre los que también destaca su periodo como docente como profesor titular de guitarra en la Universidad de las Artes de Filadelfia y en el Stockton College de Pomona, Nueva Jersey. Ha sido el responsable de la autoría del libro; The Guitar Arpeggio Compendium y entre otras obras discográficas, responsable de un álbum que desgraciadamente no poseo y que lleva por título: Addition By Subtraction. Un disco que cuenta con veintiún años de edad, y que el norteamericano llevo a cabo con el bajista Michael Manring y el formidable baterista Vic Stevens. 



El tiempo seguirá pasando con su inexorable ley de velocidad, pero lo que nunca podrá arrebatarnos son las estampas discográficas de artistas como McGill, que permanecerán invictas ante el avance del reloj de la vida, y aunque se queden descolgadas del cada vez menos alentador relevo generacional, estarán postradas en la vitrina de los escasos cazadores del talento acontecido en la agonía del pasado siglo XX.

Luis Arnaldo Álvarez (Baterista  y Locutor profesional independiente)


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