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EL PROGRESIVO DEL SIGLO XXI -1: Cyan - Magenta

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 A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello.  Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...

THE ALAN PARSONS PROJECT - The Turn Of A Friendly Card (1980, Arista Records)

El año 1976 nos ofrece el álbum debut de la apuesta experimental The Alan Parsons Project, una ópera prima en la que su creador se hizo rodear por algunos de los artistas más destacados del movimiento por aquellos días. En aquel Tales Of Mystery And Imagination - Edgar Allan Poe se pueden encontrar figuras de la talla de Francis Monkman (ex Curved Air), Terry Sylvester (ex The Hollies) o el carismático Arthur Brown, fundador de un estilo en el que Alan Parsons pensaba iniciarse con este disco. Su forma de afrontar el trabajo estuvo cargada de un deje oscuro que consiguió aportar mayor dramatismo a la obra, siendo considerada a lo largo de los años como su material más serio.


De aquel iniciático elepé a este The Turn Of A Friendly Card apenas han pasado cuatro años, pero pareciese toda una vida para el núcleo del proyecto. Su segundo vinilo, el titulado I Robot (1977), ofrecía un aviso para todos aquellos confiados que pensaban que el Alan Parsons Project se mantendría como apuesta experimental a la vieja usanza. En esta obra se continuaban los juegos conceptuales que serían seña de Parsons, pero ahora basados en las ideas del escritor Isaac Asimov. Con la llegada del tercer Pyramid (1978) el oyente ya se topa con un Alan Parsons totalmente sumergido en los océanos del art pop. Mantiene su nuevo estilo y despliega todos sus teclados y sintetizadores con la ayuda de Duncan MacKay y Eric Woolfson, que en poco tiempo se han convertido en piezas clave. Sin embargo, el cuarto Eve (1979) ve partir a MacKay; algo que no hará mella en el tándem Parsons/Woolfson, dos músicos que se habían conocido en 1974 cuando el primero trabajaba en los Abbey Road Studios como asistente del ingeniero de sonido de varios de los álbumes de The Beatles.


The Turn Of A Friendly Card, que entraría con bastante empuje en las listas de éxitos de Estados Unidos –no tanto en las del Reino Unido–, Canadá. Noruega e incluso España (se haría con el puesto número 15 en nuestro país aquel 1980), concentra a The Alan Parsons Project en esa mixtura más que reconocible para entonces de unas atmósferas tan art rock a las teclas con un corpus central de las canciones totalmente melódico. Desde la inicial “May Be A Price To Pay”, cantada por el vocalista ex Velvet Opera Elmer Gantry (cuyo auténtico nombre es Dave Terry), se siete natural esa fusión. Aunque el single “Games People Play” será la culminación de las nuevas tentativas comerciales del Project: estribillo rock melódico, arreglos amables de art pop, un trabajo instrumental impecable e incluso cierta reminiscencia disco gracias a la línea de bajo; es decir, perfecta para la frecuencia modulada. 


La balada “Time” está en la línea de unos The Moody Blues, subrayando la nacionalidad british del combo en su disciplina –Woolfson luce acertadísimo a la voz solista–. “I Don’t Wanna Go Home” es un pop que fractura los tempos y busca la originalidad, mientras “The Gold Bug” sigue la estela dejada dos años antes por la también instrumental “Hyper-Gamma-Space”. Y para el final dejan la suite que da nombre a esta obra, cinco partes que conforman un broche de cierre realmente atractivo. Dentro de ese quinteto de canciones de despedida, “Snake Eyes” atesora el gancho preciso del rock melódico de finales de los años setenta; por su parte, “The Ace Of The Sword” navega entre el barroquismo –muy a lo Focus– y los arreglos progresivos para todos los públicos, a la par que “Nothing Left To Lose” es una conjunción de todo tipo de corrientes populares, desde el pop al rock, la balada, los aires folk de la campiña y, por unos segundos, el reggae.
por Sergio Guillén
sguillenbarrantes.wordpress.com










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Comentarios

  1. La primera vez que conocí a los A. Parsons fue a través de este disco. Cayó por casualidad en mis manos, se lo habían prestado a mi hermano. Yo ya coqueteaba con bandas como Genesis, Pink Floyd, Emerson Lake & Palmer y alguno más. Me atrajeron al escucharlos por primera vez. Era algo más sinfónico que los anteriores, más progresivos aquellos.
    Fue un descubrimiento, luego llegaron otros titulos de ellos que encontrabas a buen precio. Está claro que su despegue fue tras el "Eye in the sky", mucho más comercial, pero todo lo anterior tiene mucho más valor en mi opinion.

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