A día de hoy al igual que otras muchas cosas, está tan desvirtuado todo que creo conveniente aportar algo de luz, para que los tipos de estilos progresivos y sus alegres etiquetas caprichosas no se mezclen entre el exceso de propuestas que aparecen y que además la gente más joven no se pierda constantemente en un mar de confusión. Dando por hecho que por un milagro de la sensibilidad y la sensatez opte por escuchar una música que tenga unas directrices muy concretas. Todo ello con el fin de que se aclare algo y diferencie lo que es una banda de “rock” y lo que es una banda “prog”. Las líneas están hoy tan desdibujadas y con tanta especia artificial para disimular el sabor que la confusión es fácil tenerla si te estás iniciando en ello y desde luego la información y las múltiples etiquetas que ponen a cada producto no ayuda a ello. Naturalmente no todo lo que entra por los oídos tiene el mismo efecto en la gente que escucha música. En los años sesenta-setenta y aunque esto pu...
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LE ORME - Smogmagica (1975)
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A partir de este año y durante los siguientes discos, Le Orme se formarían como cuarteto más o menos estable que incluye un instrumento más con guitarra solista. En este caso sería Tolo Marton, un reputado guitarrista que venía del rock y la fusión pero que a mi parecer no pega mucho con el estilo del grupo y endurece las lindezas compositivas del delicado Tagliapietra.
Por otra parte, sin embargo, este es un disco demasiado escorado hacia el pop facilón y alguna monería, algo extraño porque estamos en 1975 y aún faltaban unos años para la superficialidad y la tontería. Tampoco me atrevería a decir que es un mal disco, no creáis y viniendo de una banda italiana más bien “tranquila” y sin histerias instrumentales, debes olvidarte de tus “elevados” prejuicios y dejarte llevar. Un error habitual que cometíamos los “sinfónicos jóvenes” de aquella época, hablo en parte por mí, desde luego, y también debido a los limitados cauces de experiencia sonora que por edad teníamos. Dicho de otra manera, estábamos un poco verdes y todo lo que estuviese por debajo de nuestras tres o cuatro idolatradas bandas, nos parecía una mierda hablando claro. Atrevida ignorancia que los años van corrigiendo y un mayor conocimiento musical y sabiduría te van haciendo más sensato y prudente. Muchas de las cosas de aquella época que me parecían mediocres o malas, ahora incluso las escucho con agrado. Dilatación de esfínter o síndrome de abuelo bondadoso y pasota me da igual. Claro que la comparación con ahora y con la bazofia que sale hoy, hace buena cualquier cosa de antaño. Estás viejo Alberto. A todos nos toca. Cuestión generacional pero también fino olfato…jejeje.
Este disco se grabó en Los Angeles. Como otros compatriotas suyos volaron allende mediterráneo llevando los perfumes de Italia y colocando a su país en un referente en este estilo de música. El propio Paul Whitehead autor de las portadas de Genesis y de Van Der Graaf Generator les hace el cover art. No será la única vez como veremos más adelante. Pero el dilema que se nos queda después de un par de escuchas, es que no es un disco prog. Es un disco de canciones bien cuidadas con buen aditamento de teclados y un mensaje amable musicalmente hablando. En realidad, casi todos los discos de Le Orme lo son. Algo “molto particolare” ya sabes, tómalo o déjalo, pero es así.
El inicio de los 7 minutos de “Los Angeles” nos confunde completamente con una guitarra blues rock fuera de tiesto, aunque la cosa se centra a mitad y pronto las baladas made Tagliapietra se van intercalando y Pagliuca mima el sintetizador y el mellotrón. El sinfónico y el hard en esta ocasión chocan un poco y la pieza suena un poco-bastante “americanizada”. No pasa nada. “Amico di ieri” vuelve a los Orme de siempre con tranquilos y bonitos pasajes melancólicos. La festiva y algo horterilla “Ora o mai piu” nos descoloca pero el sinte tiene su gancho. “Laserium Floyd” ya dice lo que es. Pero aburre, parece un trozo suelto sin continuidad y aunque breve resulta monótono e insípido. “Primi passi” parece sacada de los sesentas, simplona e inofensiva. Peligrosamente cercana a festivales y con cierto sabor a costa oeste. “Immensa distesa” es puro Orme intimista de canción tristona con rasgado acústico que roza la ternura como siempre que se ponen moñas. Pero es bonita y no tiene contraindicaciones ni efectos secundarios. Todo es corto, muy breve, muy sencillo. “Amante de citta” es algo inconcebible fuera de lugar. El riff y sinte lo arreglan un poco al final. Tutto es brevíssimo. La naiff “el hombre del pianito” podría cantarla Torrebruno o Nicola Di bari sin problemas. Me lo tomo a bien y un poco a risa, pero se lo perdono por encantador y chorras. “Laurel Canyon” es un rock blues porque ese día los chicos estaban divertidos y de buen humor. Nada que ver con Le Orme. Es algo como la Barros Blues Band (mi actual banda) que con cuatro cervezas y yo haciendo un “calvo” desde la batería nos partimos la caja de risa.
Alberto Torró
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